Cuando se destapa la creatividad dentro de la iluminación, se puede llegar a lugares fascinantes que juegan con las percepciones y realidades de cualquier espectador. El artista neoyorquino Anthony McCall ha ido más allá de la arquitectura, buscando nuevos medios de como cobrarle vida a la luz. Lo que encontró en su obra Five Minutes of Pure Sculputre (“cinco minutos de la escultura pura”) es que el tiempo quizá, es un factor igual de importante que la arquitectura para lograr dicho resultado.
Más información, después del Salto.
McCall ha transformado una sala de 1.000 metros cuadrados a través de su introducción de pequeñas corrientes que producen hilos de luz al caer de las vigas del espacio vacío, negro.
Su obra se encuentra en medio camino entre dos categorías muy grandes: la escultura por un lado, y, en el mundo del cine, por el otro lado. Escultura por el aspecto tridimensional y volúmenes que existen junto con el espectador. El cine por otro lado, porque las piezas en sí mismas están cambiando con el tiempo.
Si se fuera a proyectar sobre una pared un conjunto de dibujos, como es el método del cine, es capaza de proyectar formas muy complejas superpuestas una sobre otra. Pero si se desea proyectar una de esas animaciones como una pieza de luz sólida, las líneas de intersección serían demasiadas complejas y demasiado difícil para la mente de comprender. Es asi que McCall encontró desde muy temprano que son simples líneas las que producen las formas volumétricas más interesantes.
Estas proyecciones existen como una forma tridimensional, un objeto volumétrico que se puede caminar, entrar y explorar. Cuando te das la vuelta también se puede ver que de hecho, esa forma volumétrica se deriva de una forma bidimensional.
Por último, la obra esta llena de paradojas. Una, se refiere a la obra como luz sólida, cuando técnicamente, la luz es energía radiante, no tiene peso y por ende no es un sólido. Segundo, las proyecciones dan la impresión de que la luz es táctil, la imaginación dirá que hay algo muy solido y palpable, a pesar de que, por supuesto, al tratar de tocarla, se revela que no hay algo allí. En tercer lugar, parecen ser proyecciones insensibles (quizá por el color de la luz que es muy fría) a pesar de que están cambiando con el tiempo.
La instalación se lleva acabo en Hamburger Bahnhof, Museo für genenwart en Berlín Alemania y se extenderá del 19 de abril hasta el 12 de agosto- sin duda, sobrando bastante tiempo para experimentar este fenómeno.