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Arquitectos: Pezo von Ellrichshausen
- Área: 35 m²
- Año: 2023
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Fotografías:© Pezo von Ellrichshausen
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Esta solitaria figura funciona como señal y como mirador del paisaje (tanto interior como exterior). Con una secuencia vertical de habitaciones, fue construida para mirar la Cordillera de los Andes, escondida detrás del bosque nativo.
Su formato es el de una esbelto volumen, formado a su vez por dos torres: la inferior con un alero que duplica su cubierta, la superior con una terraza que duplica su planta.
Piso y techo son una losa horizontal proyectada a la mitad de la elevación -un delgado plano en voladizo que se extiende hacia los cuatro puntos cardinales- tiene la difícil función de contener un estanque poco profundo de agua de lluvia.
Así, esta losa se convierte en un espejo que refleja el tramo superior de la torre, el cielo y los árboles de alrededor; pero también se transfigura en un cristal ficticio, en una transparencia, que sugiere la presencia de la torre inferior.
Y aún más difícil: a modo de nube permanente, la losa arroja una sombra densa y compacta sobre la torre inferior, e incluso, en ocasiones, la lluvia cae por todo el perímetro debido al desborde del pequeño estanque.
Paradójicamente, la función de mirador se revierte dentro de la torre. En vez de enmarcar el panorama sublime, acaso templando una presencia imponente, el acceso a la plataforma suspendida ocurre mediante una escalera helicoidal que gira alrededor de un mural continuo de enredaderas, tanto vivas como pintadas, que describen una selección de treinta flores nativas interconectadas en un mismo árbol.
Después de la plataforma, una enclenque escala de madera deja subir a una habitación negra y con cuatro mirillas, una suerte de intrincada camera obscura, que a su vez sirve de paso a una cubierta abierta, sobreexpuesta, y con un fogón que, a la distancia adecuada, podría convertir toda la torre en una anticuada chimenea.