Diseño a mano: un oficio subestimado

© Jim Keen

Yo fui parte de la última generación de estudiantes de arquitectura que no usaba computadoras (estamos hablando sólo de principios de los años 90, había electricidad, televisores de colores, cohetes, sólo nada de renderizaciones.) En mi último año en la universidad, calculé mal cuánto tardaría en terminar mi proyecto de título. A medida que se acercaba la fecha límite, me di cuenta de que era demasiado tarde para ir a la par con las presentaciones de mis compañeros. En ese momento, Zaha Hadid y sus pinturas deconstructivistas establecieron el estilo de la ilustración arquitectónica. Eso significaba que muchos proyectos de estudiantes se representaban en pinturas al óleo en grandes lienzos.

Sin tiempo y opciones, recurrí a mi entrenamiento básico y dibujé la propuesta con líneas negras y blancas. Estaba preocupado. Cinco años de educación se basaron en simples y quizás aburridos dibujos en lugar de algo más glamoroso. Al final no fue un problema; mientras me revisaban, el jurado discutió la arquitectura, no la presentación. Fue una diferencia sutil que me llevó años apreciarlo por completo.

Me gradué y me di cuenta que mis habilidades de representación eran irrelevantes. La profesión había cambiado durante mi postgrado, y las necesidades de los empleadores eran para estudiantes con habilidades en renderizado, no en dibujo a mano.

Desempleado y sin opciones, tomé un curso de CAD. Para mi sorpresa, me encantó el campo de la visualización. En unos pocos años tuve una pequeña empresa de renderización para arquitectos y tuve la suerte de ganar una serie de premios. Esa podría haber sido mi carrera, pero quería ser arquitecto, por lo que volví a tiempo completo a la profesión.

© Jim Keen

Pasó una década y comencé a ejecutar proyectos y presentaciones. Los rendering eran una herramienta fantástica entonces, ya que los clientes aceptaban la imagen como simplemente eso, una imagen, no una realidad. Sin embargo, a medida que avanzaban los años, noté un cambio. A los clientes más jóvenes les impresionaron menos los gráficos. Al mismo tiempo, los costos de las renderizaciones cayeron. Lo que una vez había sido la provincia de empresas europeas especializadas se vio desafiado por un grupo de visualizaciones más baratas, más rápidas y más rudimentarias. Gradualmente, la cantidad de renders requeridos para una presentación aumentó, su calidad disminuyó y los clientes se aburrieron con ese enfoque.

En lugar de ver una imagen como una representación de un diseño, la vieron como una realización del diseño. En otras palabras, los clientes asumieron que la imagen era lo que obtendrían, incluso en la etapa de concepto. Vi innumerables discusiones sobre manijas de puertas y patrones de piedra; elementos que un procesador con exceso de trabajo había elegido al azar para cumplir con el plazo.

Para mí, esto alcanzó su punto máximo durante un concurso internacional de diseño. Se invitó a las mejores empresas del mundo, cada una de las cuales contrató a los mejores renderizadores. Después de seis meses de trabajo y millones de dólares gastados, el cliente no pudo elegir un ganador.

Las representaciones atmosféricas ofrecen perspectivas sorprendentes, pero a menudo similares en las propuestas de proyectos.

"Todo se ve igual", dijo después de la presentación final. Él estaba en lo correcto. Cuando todas las renderizaciones se fijaron, se veían hermosas, creativas, realistas y aburridas.

Ya era hora de algo nuevo. Empecé a dibujar todos los días. Habían pasado veinte años desde la universidad, y los resultados iniciales fueron terribles, pero me mantuve firme. Después de un año comencé a usar dibujos a mano en presentaciones. Al principio, algunos clientes estaban desconcertados, pero con el tiempo empezaron a gustarles, y luego a amar el enfoque.

¿Por qué? Por la misma razón, el dibujo a mano me funcionó cuando era estudiante: las ilustraciones en línea clara hacen que el cliente piense en el diseño, no en la imagen.

Las renderizaciones han perdido todo el impacto. Se han vuelto esperadas, usadas en exceso y aburridas. Tan pronto como un cliente se aburre, se pierde.

© Jim Keen

Hace tres años comencé a trabajar para mí mismo produciendo ilustraciones dibujadas a mano. Al principio, fui contratado por arquitectos, pero esa clientela ahora se ha expandido a firmas publicitarias y compañías como Apple, Google y Lyft. Cada uno tiene una cosa en común: entienden que la comunicación de la intención es el objetivo principal de las presentaciones.

Hoy en día las representaciones a mano logran el mismo impacto que hace veinte años; son frescas y nuevas. Es hora de volver a pensar en cómo nos comunicamos con nuestros clientes; necesitamos ayudarlos a entender lo que hacemos, no venderles un cuento de hadas.

El dibujo a mano atrae al espectador de forma inmediata y directa, es comprensible al instante, único y le permite al trabajo hablar por sí mismo. ¿No es hora de destacarse entre la multitud?

The Best Architectural Drawings of 2018

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Sobre este autor/a
Cita: Keen, Jim. "Diseño a mano: un oficio subestimado" [In Praise of Drawing: A Case for the Underrated Craft ] 17 feb 2019. ArchDaily México. (Trad. Caballero, Pilar) Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/911595/diseno-a-mano-un-oficio-subestimado> ISSN 0719-8914

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