Las luces de neón son una declaración audaz y cosmopolita que puede revitalizar o acentuar fácilmente un espacio o estructura arquitectónica. Con un brillo llamativo, una gran cantidad de opciones de color y vínculos con una estética retro, estas piezas de iluminación pueden hacer que un espacio se sienta simultáneamente moderno y nostálgico. Sin embargo, pocos entienden el funcionamiento científico o las propiedades materiales del neón, y muchos arquitectos descuidan su uso debido a su estrecha asociación con la señalización comercial. A continuación, exploramos cómo funciona el neón, su historia arquitectónica y cómo los arquitectos pueden seguir usándolo hoy. El gas de neón fue descubierto en 1898 y recibió su nombre de la palabra griega "neos", que significaba "el nuevo gas". Es un gas incoloro, inodoro e inerte en condiciones estándar, que emite un resplandor rojo anaranjado cuando se ubica en un campo eléctrico, permitiendo su utilización como iluminación de muchos colores.
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