Los elementos metálicos han sido utilizados en la arquitectura y la construcción durante cientos de años -ya sea para materializar cubiertas, como elementos decorativos, o incluso para reforzar estructuras de mampostería-. Sin embargo, no fue hasta la segunda mitad del siglo XVIII que aparecieron las primeras estructuras construidas integralmente en hierro fundido: los puentes. Un siglo después, el hierro fue sustituido por una aleación más resistente y maleable que aún hoy se sigue utilizando en proyectos arquitectónicos: el acero.
Más denso que el hormigón, la resistencia del acero subvierte su peso y proporciona una mayor rigidez con una menor cantidad de material –permitiendo generar estructuras más ligeras y delgadas en comparación con otros materiales como la madera o el propio hormigón-. Aunque no es el material más utilizado en proyectos de arquitectura residencial, su uso ha permitido la construcción de algunos interesantes -y bellos- ejemplos de casas contemporáneas en Brasil:
La arquitectura colombiana es conocida a nivel mundial por su abundante uso de ladrillo, sobre todo en la capital pues la calidad de la arcilla de la cual proviene es relativamente fácil de acceder a corta distancia de la ciudad. Sin embargo la tendencia global de usar el hormigón por su facilidad para fundirlo, y la posibilidad de armarlo con metal para que funcione tanto bajo fuerzas de compresión como de tensión, ha permitido que coja fuerza como uno de los materiales protagonistas a nivel local también.
La madera, material noble usado en la construcción desde tiempo inmemorables y en todas las regiones del mundo donde hay acceso a esta. Aunque esta materialidad puede ser empleada en casi todos los usos, hemos concentrado el enfoque de este arículo en las viviendas previamente publicadas en nuestro sitio y puntualmente ubicadas en Colombia.
Los estanques y espejos de agua se utilizan con mucha frecuencia en los proyectos de arquitectura. Los mismos contribuyen a mejorar, en gran medida, los parámetros de confort térmico de los edificios, comportándose como reguladores ambientales. Además de sus beneficios técnicos, los mismos se presentan como elementos de interés estético, creando situaciones espaciales con atmósferas cambiantes, influidas por los efectos de la luz incidiendo sobre la superficie del agua en movimiento.