Arquitectura y Política: decisiones de unos, consecuencias para todos

Ya lo hemos escuchado, la arquitectura puede despertar sensaciones, influir en cómo nos desenvolvemos en comunidad y cómo nos expresamos a partir de los imaginarios colectivos que forjamos. Cuando reconocemos en los demás la frustración que llevamos dentro, la sensación de que en realidad no somos parte de algo, y de que no tenemos mucho (o nada) que ver con lo que tenemos a nuestro alrededor es cuando nos damos cuenta de que “la política importa, tanto por los hechos mismos como por sus consecuencias” como escribió Neruda.

Sí, nuestras ciudades son producto de la política, esa política de nuestras autoridades que no suele incluir a la comunidad más allá de un proceso de “socialización” que más que “trabajar en sociedad” y encontrar el punto de convergencia de las necesidades de la mayoría, es “informar” lo que se hará.

Marcha en protesta contra la construcción del edificio "Alma Máter", por parte de los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Image © Ixchel Ayes

Tegucigalpa es como muchas ciudades latinoamericanas, con caprichos de ex-alcaldes por aquí y por allá, sin un plan a largo plazo claro con el cual se comprometan las autoridades actuales y aquellas que están por venir. Los planes suelen durar lo que dura un gobierno, y vaya que algunos planes pueden verse realmente atractivos. Como comunidad, dejamos que se realicen y luego de un tiempo cuando vemos que, por ejemplo, el proyecto lleva tres años sin dar frutos, nos ahogamos en humo porque se sacrificaron las áreas verdes y que han hecho para luego deshacer, nos empezamos a preguntar ¿quién está pagando esos remiendos y esta mala gestión de los recursos? Hasta que un día nos percatamos que hemos sido estafados, sí, caímos en el juego de “comprar” eso que ni sabíamos que necesitábamos, pero que se miraba tan lindo y útil en el comercial que le dimos una oportunidad.

Y es que, a veces, no recordamos si quiera el concepto de política, esa actividad en la cual una sociedad logra solventar y resolver problemas identificados a partir de la convivencia colectiva. De una u otra forma creemos que eso no es parte de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que deseamos en la vida, y declaramos que eso “no va con nosotros”, pues la acciones políticas conllevan la administración y el ejercicio del poder y en nuestras sociedades ahogadas en la corrupción y desigualdad aprendimos que “el poder corrompe”.

Así nos sucedió por años a los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) hasta que en 2013 se inició la construcción de un nuevo edificio administrativo en la Ciudad Universitaria ubicada en la ciudad capital. Este edificio conocido como “Alma Máter” por representar morfológicamente a una mujer sosteniendo en sus piernas todas las oficinas administrativas con 458 millones de lempiras (equivalentes a 20 millones de dólares aproximadamente). Fue hasta escuchar cifras y ver la magnitud del edificio, que cuenta con 13 niveles, que nos empezamos a preguntar ¿por qué entonces nuestra Escuela de Arquitectura y Diseño cuenta con un laboratorio de cómputo con 19 computadoras obsoletas?

Los nueve niveles superiores del edificio conforman una pequeña torre que cuenta con un poco más de 1.600 metros cuadrados por nivel aproximadamente. La Escuela de Arquitectura y Diseño, que es una de las siete escuelas o departamentos que conforman la Facultad de Humanidades y Artes contaba para 2014 con una matrícula de 1.313 estudiantes representando el 20% de la población estudiantil de la Facultad y si bien la Escuela cuenta con dos jornadas académicas (mañana y tarde), las labores de sus estudiantes, docentes y personal administrativo se desarrollan en 1.028 metros cuadrados útiles aproximadamente, siendo 830 metros cuadrados el área para aulas teóricas y de taller.

Cuando hicimos cálculos y nos percatamos que la Escuela contaba para ese entonces con una computadora por cada 69 estudiantes y que si asumiéramos que la matrícula se dividiera en partes iguales en ambas jornadas académicas, por cada estudiante tendríamos apenas 1,26 metros cuadrados de espacios teóricos–prácticos. Todo esto (y sin mencionar que no se cuenta con acceso a instalaciones de laboratorios de materiales) nos hizo cuestionarnos el orden de prioridades que las autoridades universitarias tenían en su agenda.

Marcha en protesta contra la construcción del edificio "Alma Máter", por parte de los estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Image © Ixchel Ayes

Y naturalmente los cuestionamientos surgieron poco a poco en todas las Facultades y carreras de la Universidad hasta que en julio del presente año, manos pintadas en las paredes del nuevo Edificio Administrativo fueron evidencia de las exigencias de los estudiantes que vieron en el mismo un ícono del derroche y la falta de prioridades coherentes con las necesidades reales de un país con altas tasas de violencia, inmerso en la pobreza y cuya universidad nacional no ha trabajado lo suficiente en la cobertura de educación y no ha podido tampoco entregar profesionales con el suficiente compromiso para responder a los grandes retos que tenemos.

La principal exigencia de los estudiantes que mantuvieron manifestaciones y tomas de instalaciones por alrededor de dos meses, fue la participación y el reconocimiento de representantes legítimos en los espacios de consenso y toma de decisiones y principalmente en el máximo órgano de gobierno; el Concejo Universitario. La UNAH lleva más de 9 años sin elecciones estudiantiles y por ende sin representación estudiantil legítima, pues la representación estudiantil existente en los últimos dos años ha sido producto de procesos dirigidos por las mismas autoridades universitarias (Rectoría y diferentes Vicerectorías).

El edificio llegó como detonante de las inconformidades de un sector de la comunidad universitaria que unido puede y debe incidir en la política institucional en todos sus niveles. El sector estudiantil interpretó el Edificio Administrativo, en conjunto con las condiciones en que se encuentran los diferentes departamentos y escuelas y un Plan de Arbitrios aprobado en iguales condiciones, como la consecuencia producto de la nula participación y del no cumplimiento de las cuotas de representatividad en la toma de decisiones de la máxima institución de Educación Superior del país.

Como este, hay muchos casos puntuales en los que demandamos derechos ciudadanos y reconocemos nuestras responsabilidades hasta que han alcanzado consecuencias difíciles de revertir y han representado gastos millonarios.

Por mucho tiempo hemos sido meros ocupantes de nuestros espacios comunes. Transitamos, pero no transformamos. Lo público debe pasar de ser concebido como “espacio de nadie” para ser habitado como “espacio de todos” y esto es imposible lograrlo sin entender las implicaciones políticas y el poder requerido para realizar los ajustes que serán claves en la toma acertada de decisiones para el beneficio de todos.

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Sobre este autor/a
Cita: Ixchel Ayes. "Arquitectura y Política: decisiones de unos, consecuencias para todos" 08 dic 2016. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/800362/arquitectura-y-politica-decisiones-de-unos-consecuencias-para-todos> ISSN 0719-8914

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