Emplazado en la pre-cordillera de los Andes a una altura de 1000 metros sobre el nivel del mar, el templo Bahá’í de Sudamérica domina gran parte de la ciudad de Santiago (Chile).
Diseñado por los arquitectos canadienses Hariri Pontarini architects, el templo se construye en un terreno con 11 hectáreas de superficie, de las cuales 6, fueron diseñados por el arquitecto paisajista Juan Grimm.
Debido a su favorecida ubicación, el templo cumple con las expectativas de ofrecer a la comunidad visitante una experiencia peculiar que se complementa con la iluminación, con el objetivo de transformar al templo en un cuerpo de luz. Limarí Lighting Design nos cuenta detalles de este proyecto, considerado además, el ganador del Lighting Design Awards 2017 de Londres.
El Templo es el octavo y último edificado por la comunidad Bahá’í en el mundo. Es un lugar abierto y accesible de forma gratuita a toda la comunidad.
El templo fue ideado por el arquitecto Siamak Hariri como un cuerpo de luz, un edificio con forma de flor compuesto de 9 pétalos, constituido por una estructura metálica recubierta en su exterior por un vidrio fundido “custom design” y en su interior por mármol portugués blanco traslucido.
La luz del día penetra directamente por las ventanas en la unión de los 9 pétalos y de forma difusa por la doble piel de vidrio fundido y mármol.
Los dos objetivos principales del proyecto de iluminación fueron: Convertir el templo en un “cuerpo luminoso”, a través de un efecto de “glow”, para visión desde el exterior y lograr en el interior un ambiente cálido, “monástico”, apto para la oración, la reflexión y la meditación.
Otro de los objetivos claves del proyecto fue de realzar los elementos, las formas y materialidades de la arquitectura agregando la menor cantidad de elementos posible. El cuidado en la integración y el diseño de los instrumentos de iluminación fueron primordiales para el éxito del proyecto.
El efecto de “cuerpo luminoso” o “glow” se logra con 36 proyectores ubicados en los perfiles de bronce verticales que une las ventanas a los pétalos de mármol y que iluminan el pétalo opuesto.
La iluminación interior es indirecta y se realiza a partir de 63 equipos “uplights” empotrados detrás de los bancos del altillo, logrando una puesta en luz sensible que realza tanto las formas complejas de los pétalos como su materialidad. La parte superior de los pétalos y el óculo central se iluminan desde 18 proyectores situados en los mismos perfiles de bronce verticales.
La escala de acceso al altillo y el “lugar de la palabra” están iluminados con equipos colgantes decorativos que de forma cilíndrica muy simple, fabricados en bronce y están fijados en la parte superior del mármol de los pétalos. La iluminación de la zona de las bancas en el primer piso es muy tenue y proviene de la iluminación indirecta de los pétalos, complementado por lámparas de pie emulando velas, que fueron diseñadas especialmente para el templo, las cuales a su vez permiten restablecer la escala humana en este edificio de 30 metros de alto.
La iluminación de las columnas, de los espacios perimetrales y de los 9 accesos exteriores está realizada con “downlights” embutidos y retraídos en los cielos de madera en interior y de bronce en los accesos exteriores.
Un sistema de control permite la restitución de las diferentes escenas con distintas intensidades según el uso de lugar.
Iluminación: Limarí Lighting Design
Lighting Designer Encargado: Pascal Chautard
Colaboradores: Francisca Nicoletti, Carolina Roese, Magdalena Roa, Cristina Fahrenkrog, Raúl Osses, Felipe Osses
Arquitectura: Hariri Pontarini Architects HPA
Arquitecto a cargo: Siamak Hariri
Jefe de Proyecto: Doron Meinhard
Arquitecto de Proyecto: Justin Ford
Paisajismo: Juan Grimm
Ubicación: Peñalolén, Santiago, Chile
Año: 2012-2016
Superficie construida: 11 hectáreas
Fotógrafo: Aryeh Kornfeld