Los bordes costeros urbanos han sido históricamente el centro de actividad de muchas ciudades. Comenzaron como centros económicos, de transporte y de fabricación, pero como la mayoría de las industrias cambiaron sus patrones de envío y sus consolidadas instalaciones portuarias, muchos bordes costeros industriales se volvieron obsoletos. En Europa, los puertos históricos más pequeños se convirtieron fácilmente para ser reutilizados para actividades de ocio. Sin embargo, en América del Norte, donde los puertos eran más grandes, fue más difícil convertir los bordes costeros debido a problemas logísticos y de contaminación.
En los últimos 40 años más o menos, los arquitectos y planificadores urbanos han comenzado a reconocer el potencial de reurbanización de las costas en los Estados Unidos y Canadá, y el impacto que pueden tener en el éxito financiero y social de las ciudades. Aunque las ciudades de clima frío plantean un desafío único para el desarrollo costero, con una planificación eficaz de las ciudades frente al mar, con helados meses de invierno, aún pueden aprovechar los espacios durante todo el año.
Muchas ciudades en el noreste de los Estados Unidos y Canadá están aplicando los "principios de diseño de California", tácticas de diseño que permiten a las personas pasar tiempo fuera los 365 días del año, para volver a desarrollar sus bordes costeros y hacerlos accesibles al público durante todo este tiempo. En Perkins + Will hemos estado activos en este cambio, aplicando las lecciones aprendidas en San Francisco y el Área de la Bahía a ciudades más frías como Toronto, Ottawa y Buffalo. Aquí hay cuatro principios de diseño que pueden ayudar a las ciudades de clima frío a aprovechar al máximo sus bordes fronteros:
1. Planificación para el sol de invierno
Las áreas con sol son fácilmente los lugares más queridos en cualquier ciudad, pero en los meses oscuros de invierno, pueden ser especialmente difíciles de encontrar. Los espacios de la ciudad deben encontrar formas de planificar para aprovechar sol invernal desde el comienzo del nuevo proyecto, ya que las personas necesitan, y se sienten atraídas por, el calor que proporciona la luz del sol. Maximizar el sol disponible en el invierno es la clave para crear espacios donde las personas amen estar.
San Francisco es un buen ejemplo de esto. En 1984, los votantes de San Francisco aprobaron la Proposición K, una histórica "Ordenanza sobre la luz del sol", específicamente para proteger los parques de la ciudad de las sombras de los nuevos edificios. Cuando Perkins + Will trabajó en el proyecto Treasure Island, un proyecto de diseño urbano para transformar la isla en un vibrante y nuevo vecindario de San Francisco, implementamos el mismo principio de diseño. Queríamos asegurarnos de que en los días fríos los visitantes de la pequeña isla, frente a la ciudad en la Bahía de San Francisco, tuvieran acceso al sol. Sin embargo, muchas ciudades de climas fríos no tienen estas mismas regulaciones, así que cuando trabajamos en proyectos fuera del Área de la Bahía, como el proyecto Lower Yonge en Toronto, tenemos que transmitirnos el sentimiento de que los edificios deben diseñarse para proteger el acceso al sol de invierno en espacios públicos.
Nuestro proyecto Lower Yonge fue el último tramo de costa sin desarrollar cerca del centro de la ciudad de Toronto. Antes de comenzar el proyecto, analizamos no solo los edificios existentes y los sistemas de tránsito, sino también los patrones del sol invernal del sitio. Esto nos ayudó a identificar una parte en donde llegaba el sol de invierno, en el medio del sitio desde las 10 a.m. hasta las 2 p.m. el 21 de diciembre, el día más corto del año, cuando la menor cantidad de sol está disponible. Para proteger este activo importante, ubicamos un parque público allí, un gran espacio abierto que el terreno no tenía antes, para alentar el juego de fútbol y las actividades de invierno. Luego utilizamos herramientas de diseño digital en 3D para crear la forma urbana de este nuevo proyecto asegurando que siempre tengamos ese mismo pedazo de sol de invierno.
2. Creando plazas que bloquean el viento
En los meses de invierno, el viento puede hacer que los climas fríos se sientan de 10 a 20 grados más fríos de lo que realmente son. Para que las personas se sientan cómodas afuera durante estos meses, deben estar protegidos de los fríos vientos invernales. Las ciudades pueden proporcionar esa protección con patrones de calles y estructuras que rompan y bloqueen el viento.
Hace más de cien años, el ejército de los EE. UU. implementó este principio de diseño en el Presidio de San Francisco. El Ejército plantó estratégicamente más de 121 hectáreas de árboles grandes que ayudaron a bloquear los duros vientos, para proteger a los oficiales que residían allí. Cuando reconocimos la brillantez detrás de este principio de diseño, lo llevamos a Treasure Island, donde plantamos árboles y metódicamente colocamos edificios para ayudar a bloquear el viento. De manera similar, tomamos este principio de diseño de California y lo aplicamos a Chaudière Island en Ottawa.
Al igual que el trabajo que hicimos en Toronto, examinamos la Isla Chaudière antes de diseñar cualquier cosa. Además de identificar varias plazas que reciben sol de invierno, analizamos los patrones de viento predominantes que actuaban en la isla. Para proteger esas plazas de los duros vientos invernales, diseñamos las calles que conducían a las plazas para que estuvieran alejadas del viento predominante. Diseñamos calles que no eran rectas, sino que serpenteaban para evitar que el viento canalizara por las calles. Esto ayudó a crear plazas tranquilas y soleadas en la isla, incluso en los duros meses de invierno.
3. Romper espacios al aire libre con estaciones de confort
En condiciones de helados inviernos, la gente normalmente se siente cómoda caminando al aire libre durante unos 60 segundos. Proporcionar un pequeño destino para ellos cada minuto ayuda a romper el frío y anima a las personas a usar el espacio del borde costero en el invierno.
Crissy Field en San Francisco es un gran tramo de parque público y playa en el lado norte de la ciudad. Cuando la niebla se acumula y los vientos predominantes se elevan, la playa puede ser bastante fría. Como resultado, la ciudad ha creado pequeños destinos a lo largo de la playa para romper el tramo. Las bancas protegidas del viento se ubican a unos 30 metros y las "cabañas cálidas" a lo largo de la playa brindan alivio a los los visitantes, mientras ofrecen la oportunidad de aprender más sobre el área, comprar una taza de café y calentarse. Encontramos esta misma técnica para tener éxito al planear Treasure Island y lo implementamos nuevamente en nuestro proyecto Outer Harbor con la ciudad de Buffalo.
El área del proyecto Outer Harbor abarca un total de 81 hectáreas, que pueden demorar 30 minutos o más en cruzarse. Para dividir el espacio y hacerlo más soportable durante los meses de congelación, proporcionamos algún tipo de destino visual o físico cada minuto, como bancas, arte público y otros elementos del paisaje. Cada cinco minutos diseñamos estaciones de confort con calefactores y baños. Utilizamos estos pequeños destinos como una forma de incorporar obras de arte únicas y hacer que el área sea más emocionante.
4. Diseñando para la programación activa de invierno
Muchas ciudades tienen espacios al aire libre que son perfectos para la recreación de verano, pero cuando se trata de los meses de invierno, esos espacios quedan en gran parte sin uso. Las ciudades que buscan aprovechar al máximo sus frentes costeros durante todo el año deben planificar las actividades de invierno desde el principio.
San Francisco tiene grandes extensiones de playa y áreas al aire libre pavimentadas a lo largo de su costa, lo que lo convierte en un lugar óptimo para caminar, andar en bicicleta y correr. En Treasure Island, planificamos espacios abiertos similares con grandes campos recreativos, paseos costeros y humedales artificiales. Si bien la nieve no es un factor en el Área de la Bahía, otras ciudades que tienen inviernos duros pueden usar sus espacios todo el año si lo planea como corresponde.
A través de nuestro trabajo con el proyecto Outer Harbor en Buffalo, creamos un espacio a lo largo de la costa de la ciudad que queríamos que los residentes disfrutaran durante todo el año. El espacio tiene una red abundante de senderos para caminar y correr, que fueron diseñados con protección contra el viento, estaciones de confort y sol de invierno en mente. Observamos muy bien colinas específicas que podrían transformarse en colinas para trineos en invierno, o carriles para bicicletas que podrían usarse para raquetas de nieve o trineos tirados por perros. Ahora, el espacio se puede usar para patinaje, esculturas de hielo y festivales en épocas de mucho frío y es un lugar popular tanto en verano como en invierno.
El activo más valioso que tiene una ciudad frente al mar es el propio muelle. El borde costero proporciona ubicaciones de crecimiento y comercio dentro de las áreas urbanas. Para las ciudades donde antes no había actividad en torno a sus frentes de agua, la remodelación del borde costero es una excelente manera de dar vida a las áreas que una vez fueron bulliciosos centros de actividad. La activación de las costas de agua fría para el uso durante todo el año presenta serios desafíos; sin embargo, el diseño y la planificación urbana ofrece soluciones a estos y una oportunidad para que esas ciudades establezcan destinos únicos que atraigan a las personas a sus costas durante todo el año.
Noah Friedman es uno de los Diseñadores Urbanos principales en la oficina de Perkins + Will en San Francisco.