Entender que la arquitectura es necesariamente colaborativa es lo que nos llevó a conversar con Sebastián Serna Hosie, uno de los exponentes jóvenes más representativos de la arquitectura colombiana. En la siguiente entrevista desde Instagram Live, profundizamos en su perspectiva de la colaboración con el ejemplo de su proyecto Espacio Cuadrilla.
Santiago Baraya: El diseño del Espacio Cuadrilla y el uso del proyecto, fueron concebidos por y para la colaboración interdisciplinar creativa. Puede contarnos un poco más de este proyecto.
Sebastián Serna: El proyecto se hizo en una antigua bodega de almacenamiento en el barrio de Galerías en Bogotá, y fue el resultado de un trabajo colaborativo. Diego Parra se aproxima a mi con la idea y empieza un diálogo muy interesante donde involucramos a otros actores como Nicolás París quien aportó desde su perspectiva educativa.
Primero tuvimos que entender cómo funcionan este tipo de espacios. Ejemplos que nos inspiraron mucho son el teatro experimental de Lina Bo Bardi, los viveros mismos, y el - no construido- Fun Palace de Cedric Price que fue el referente que nos guio el camino hacia un espacio abierto con muchas posibilidades para que se den varias actividades al mismo tiempo y transformaciones en el tiempo, y eso es lo que buscábamos.
La especialidad que se fue proyectando resolvía la cuestión de resolver un mismo espacio en el que se pudieran desarrollar varias actividades a la vez.
SB: El edificio en sí funciona como una colaboración de elementos, ¿podría profundizar en cómo estos conciben la especialidad?
SS: Para permitir que el proyecto sea residente a los cambios futuros, se pensó desde un inicio para que pueda crecer y no cerrarse al uso del encargo inicial. Con Antonio Franco -el ingeniero estructural a quien se le encargó la estructura-, hubo un diálogo constante para definir que es efímero y que no lo es, hasta donde me permite flexibilizar los espacios dentro de esa estructura. Ese diálogo tan interesante resultó en una estructura portante de acero, a las cuales se les sumó apoyo de muros pantalla en concreto -por regulaciones de la NSR-.
Estas materas se unieron a la estructura. Yo quería hacer un gran patio con un jardín, pero los demás -quienes operarían las máquinas y habitarlo en el día a día-, se opusieron rotundamente debido a la complejidad del mantenimiento. Entonces, entre esa estructura de acero, se combina un sistema de riego estructurado para poder habilitar los espacios entre con cerramientos textiles o menos pesados. Esta unión resultó tras ver que en los referentes siempre me quedaba la duda de por qué los grandes espacios industriales han tenido una ruptura tan fuerte con la naturaleza. Y como no se podía tener un jardín o un gran espacio dedicado, solucionamos a través de los vértices, estas materias móviles que le dan un carácter muy interesante al espacio entre tanta máquina y cosa industrial, y aportando a darles un sentido de apropiación a los mismos usuarios de Cuadrilla al querer cuidar de las maticas cerca a sus lugares de trabajo.
Si ustedes ven en su espacio de trabajo varias planticas (una en cada vértice), empiezan a apropiarse de ellas, y al igual crece un sentido de apropiación del espacio. Es muy diferente el ambiente que esto genera, comparándolo a estar rodeado de cuatro paredes de concreto sólido. Ese era el sentido de lo que buscábamos.
SB: Esa relación entre las y los usuarios con su espacio de trabajo es algo que se anhela mucho, y que tras los confinamientos se le ha cogido más cariño al espacio de trabajo en casa, y quizás al volver a las oficinas se quiera sentir un poco de esa atmósfera casera. ¿Cuál es su perspectiva frente a este hecho?
SS: Cuando me aproximé al programa del encargo yo veía una secuencia así: máquina, máquina, máquina, etc. Y yo decía, ¡que bueno, me encanta! -pues también soy usuario de Cuadrilla-, pero siento que el proceso creativo no se da solo al tener que usar una máquina, sino que es una sumatoria de muchas cosas; hablar con el de al lado -que quizás no es arquitecto pero si sabe muchísimo más de carpintería-. Ese diálogo, si además se da en un espacio que me hace sentir bien, resulta en una aproximación distinta en el proceso creativo, al compararlo con los espacios habituales, fríos y oscuros.
SB: En el proyecto Ciudad Isla en el cual también tuvo participación, hablan mucho de la integración en los espacios urbanos colectivos frente a los edificios habitacionales. ¿Cómo se ve la colectividad en los elementos espaciales o arquitectónicos de Cuadrilla?
SS: Con Ramón tuvimos la intención de atacar el borde de esos conjuntos cerrados para que fuera mucho más blando para mejorar la conexión con la ciudad. En realidad las rejas lo que hacen es negar la relación con la ciudad. Ciudad Isla exponía esas relaciones y la responsabilidad de los edificios con la ciudad.
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En cuadrilla se podría relacionar si se ven los oficios como cosas independientes: si subdividimos la cerámica, la carpintería, el corte, etc, segregando con puertas y paredes apareciendo así estos límites.
Con respecto a los elementos arquitectónicos que podrían romper esa configuración aislada, entra la reflexión de la cubierta. ¿Por qué no, en vez de estar en cubículos sectorizados, homogeneizamos a todos con una sola luz/cubierta? De esta manera logramos unificar la luminosidad para las y los artesanos y artistas por igual.
SB: Después de Taller de (S), tanto Santiago Pradilla como tu siguieron caminos profesionales independientes pero la relación sigue nutriéndose. Esto es un gran ejemplo de cómo pueden evolucionar las prácticas conscientes y sostenibles en el tiempo. ¿Podría contarnos cómo ha encaminado su oficio y qué mensaje le puede dejar a las generaciones futuras, sobre todo para reescribir la nociva pedagogía de que el arquitecto manda por su ego?
SS: Creo que es una buena pregunta y debe responderse desde distintos campos. Lo primero que les diría es: no nos apeguemos a nuestros caprichos. Lo que he tratado de aprender es que cada proyecto tiene problemáticas y necesidades distintas. Cómo arquitectos deberíamos escuchar esas necesidades, entender qué va a pasar, y que el proyecto nos vaya hablando y guiando, más allá de la imagen terca que deseemos construir. Lo que pasa es que tenemos tanta información en la cabeza que solo nos lleva a ser esclavos de esas imágenes.
Si me enamoro de una imagen idónea, la percibo pero no estoy entendiendo por qué se llegó a esa imagen.
Por otro lado, estoy convencido que los confrontamientos y el diálogo son sanos. Porque yo pueda tener un diálogo con mi primo Santiago, y que hayamos decidido caminar cada uno por su lado, o se tengan discusiones o encuentros, yo no voy a dejar de amar a mi primo. Al revés; estoy con el apoyándolo para lo que sea.
Pero pareciera que en nuestra sociedad colombiana, donde si uno le dice al otro bobo, nunca se podrán volver a hablar en la vida porque el otro es un tal por cual, y lo voy a matar. ¿Por qué tiene que ser así? Mejor discutimos lo que es importante: ¿Qué va a quedar de este proyecto para las y los inquilinos y usuarios que lo van a habitar en el futuro?
Lo que usted dice es muy cierto. Muchas veces está primero quien tiene la razón, o que ego es más grande para decir "es que yo quiero esto o lo otro”, en vez de dialogar, y así luchar por un mismo propósito. No es quien tiene la razón, sino que la buena arquitectura tiene que ver con cómo va a funcionar un proyecto en su futuro para los seres humanos que van a habitar el lugar, y eso es lo que importa.
Ve la entrevista completa en IGTV.
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