Argigram es un proyecto que indaga sobre las posibilidades de desarrollar un futuro en versión nacional, desarrollado en formato expositivo entre el 23 de Julio y el 8 de Septiembre en el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata (MAR). La exposición, curada por Martin Huberman, se centró en la producción de nueve ciudades para el período 2050-2100 en las cuales diversos arquitectos y arquitectas provenientes de la Argentina tuvieron la posibilidad de estudiar y ensayar relaciones territoriales, tensiones estéticas y desarrollos culturales para reclamar la soberanía creativa y cultural del futuro argentino.
El futuro es entonces un territorio fértil a ser dominado, y en él, pueden librarse un sinfín de batallas y pujas por su soberanía. Quienes no tienen los medios o recursos para consolidar un futuro propio, no tienen más remedio que dejarse llevar por futuros ajenos.
La muestra encuentra su relación lingüística y sus antecedentes en el ímpetu de Achigram, un colectivo estudiantil inglés de los sesenta que supo construir su notoriedad militando el futuro. De esta manera, la exposición se manifiesta como un esfuerzo por reclamar la soberanía creativa y cultural del futuro argentino.
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"inauguración Argigram: ciudades argentinas del futuro (2050-2100)"
1- Ciudad Lunar / Diego Arraigada “La ciudad lunar”
La Luna es puro paisaje, tal vez el único paisaje que la humanidad comparte desde su origen: vemos la misma luna que vieron los primeros humanos. Un proyecto para la luna ha de ser ante todo un proyecto paisajístico, que dialogue con su condición perpetua. Para cualquier intervención en la luna proponemos comenzar siempre espejando la geometría cóncava de los cráteres para materializar sobre los mismos domos convexos y ligeros -de gran eficiencia estructural en la baja gravedad lunar- que definen y protegen espacios interiores.
Vistos desde arriba, su sombra será similar a la del cráter original, pero invertida. Es un sistema abierto que asocia cráteres con domos, estudiando sus tamaños y configuraciones para generar oportunidades de agrupamientos y espacios habitables. La extensa información topográfica de la luna permitirá establecer las mejores opciones de localización de domos de diversos tamaños y condiciones de agrupamiento.
Desde la tierra, las intervenciones serán casi imperceptibles y la luna permanecerá igual que siempre. Hay tan sólo sutiles anomalías: algunos cráteres tienen su sombra espejada.
2- Ciudad Frontera / Alarcia-Ferrer “Oasis de la frontera”
“La frontera es la zona territorial de tránsito social entre dos culturas.” A lo largo de la historia las fronteras entre los países han fluctuado en su configuración debido a que su origen ha sido producto de una imposición arbitraria o acontecimiento extraordinario y no de una segregación natural entre culturas diversas. Esta división artificial derivo, en muchos casos, a una connotación de la frontera como un territorio de tensión.
En este contexto, las ciudades fronterizas abren una posibilidad para abordar este conflicto de una manera específica. Reconfigurar las fronteras, bajo un entendimiento profundo del territorio y la cultura es quizás el desafío de las ciudades hacia los años venideros. Dejará de existir la frontera como límite para transformarse en una compleja superposición de capas que enriquecen y potencian su ubicación. El limite, o la situación límite como un disparador, como un espacio de oportunidad. Inclusive, pensar la frontera no como una situación particular, sino más bien como un continuum de variables. No existe “una única” frontera, sino más bien una sucesión de diversidades hacia los limites, que se entrelazan y conectan entre sí.
3- Ciudad Exilio / Manuel Pablo Cucurell “Exul”
La palabra exilio proviene del latín exsilium y procede de exul, que significa persona errante. Desde los orígenes sus ciudades fueron "La Ciudad del Exilio”. Un emergente no planificado ni consensuado de ese complejo, caótico, volátil y extraño caleidoscopio cultural del cual somos producto y productores. Sus ciudades, esas grillas pensadas para colonizar el infinito, siempre fueron un hermoso collage hecho de recuerdos convertidos en piedra. La nostalgia y el anhelo son parte del código genético de todo argentino y gracias a estos el crisol de razas es, aún hoy, un todo definido aunque con bordes difusos.
Ahora las actividades humanas están totalmente desvinculadas del espacio, podemos desplazarnos de un punto a otro del planeta en cuestión de segundos y, solamente anclados al tiempo, los argentinos seguimos siendo ese cúmulo de anhelos y nostalgias. Habito una ciudad que es también concebida a partir de constelaciones de recuerdos.
En esta nueva ciudad los conceptos de centro y borde están obsoletos, también lo están los de escala y continuidad. Tanto los espacios como los objetos fluctúan, se expanden o comprimen, se enlazan o fragmentan, puesto que los recuerdos de donde nacen y se nutren son poco precisos y todavía no pueden ser medidos. Algo similar a como funcionan los sueños. Esta nueva ciudad se materializa como un espacio infinito donde puedo errar libremente en mi propio anhelo de VOLVER.
4- Ciudad Balneario / Monoblock “Alta Carpa”
Las ciudades balneario son el recreo de las ciudades trabajo. Tienen arena al borde del mar, que funciona como una metáfora de ablandar el suelo duro. La cantidad de perímetro de la ciudad balneario es crucial para darle a cada ciudadano una porción de paisaje-fantasía, en donde se recrea la idea del hombre mirando el horizonte-naturaleza. Sin embargo, la cantidad de perímetro que garantiza el espacio necesario para recrear esa escena no da abasto para todos los aspirantes que en la migración estival buscan volver a ser sujetos naturales.
Edificios a metros de la costa. Paradores bolicheros a metros del mar. Recintos privados de suelo arenoso con parcelas marcadas por sogas. Carpas con vecinos en parcelas numeradas y pasillos de circulación. Reposeras de plástico, dos por carpa. ¿Cuánto más puede parecerse a nuestra irremediable manera de estar juntos la ciudad balneario?
5- Ciudad Explotación / Sustantivo Colectivo “Camalotopía”
Mientras nosotros que éramos formados, que nos creímos capaces, que ostentábamos alguna parte del poder, buscábamos en cada oportunidad la posibilidad de cambiar, de ordenar, de conducir a lo mejor de nuestro entendimiento la ciudad y sus habitantes, la propia ciudad se multiplicaba, pujante, como una máquina masiva y redundante, consumiéndose y derramándose una y otra y otra vez sobre sí misma.
Acaso por su virtud de simple ser, el isleño supo guardar, en cambio, la certeza que nosotros olvidamos: En el paisaje nada está librado al azar. Existe un tiempo hondo y transversal que sostiene todas las cosas, y en la danza de fuerzas múltiples y dispersas hay una ley de armonía que no admite rupturas. La naturaleza habla en su lenguaje antiguo y absoluto. La ciudad explotadora redunda en corredores y encrucijadas. De vez en cuando, un atisbo de horizonte y de cielo, profundo e íntimo a la vez, delata la ilusión de la individualidad: en el concierto inagotable de la naturaleza, el yo es sólo una idea, porque estar en el paisaje es ser el paisaje y mirar el paisaje es mirarse definitivamente a uno mismo.
6- Ciudad Natural / Ana Sol Smud “Regreso a la ciudad baja”
La mítica ciudad sumergida de Ys conserva sobre nuestras artes y nuestra cultura una influencia notable. Cada versión de la historia coincide en que una próspera y sofisticada urbe conocida como Kêr Ys (la ciudad baja), se edificó en un tiempo inmemorial, a orillas del Atlántico, en tierras ganadas al mar y protegidas por un egregio dique de las mareas constantes.
Casi todos los que refieren el mito de Ys, sostienen que la ciudad baja, pegada al mar, ha de volver un día. Ahora bien, lo más probable, es que en las ciudades del porvenir ya nadie se esfuerce demasiado por conjurar las fuerzas desatadas de la naturaleza. Más temprano que tarde dejarán de construirse diques o escolleras, y de excavarse canales o desagües para controlar la naturaleza externa. Del mismo modo que ya no se crearán familias o instituciones, ni se erigirán panópticos o tribunales para contener la naturaleza interna.
Una ciudad natural ha de ser una ciudad abierta. Sin accesos, ni muros, ni ideas, ni leyes que la limiten de manera alguna. A cada instante, los edificios y los transeúntes tendrán que dejarse atravesar por los vientos, las aguas, los deseos y los miedos, sin oponerles nunca su rival ejercicio. Como los restos de las criaturas marinas y las arenas húmedas de las playas en las que yacen, los constructores de una ciudad tal y el mundo natural en el que estén inmersos, ya no serán mutuamente insoportables.
7- Ciudad Ciudad / BAAG “Ciudad - Ciudad”
En la ciudad-ciudad la arquitectura se ha extremado, hay un mundo público y otro privado. El espacio privado es íntimo, utilitario, básico, mínimo y suficiente. El espacio público es social, artificial, basto y complejo. El territorio, explotado y agotado, se liberó, la ciudad-ciudad se independizó del suelo. El espacio público se emancipó del privado, reorganizándose y definiendo con exactitud sus límites.
A la ciudad-ciudad le preocupa su horizonte, se planifica solo sobre su plano horizontal. Está pendiente de sus conexiones evitando generar algún margen de polarización que coloque su sistema en peligro. En los edificios verticales sucede la vida privada. Estos edificios se conectan con tubos transparentes y es en ellos donde ocurre la vida con los otros. Un nuevo espacio público definido, aséptico y artificial. No hay duda donde empieza lo uno y lo otro.
A la ciudad-ciudad le preocupa su propia sustentabilidad e imagina tecnologías que satisfagan las nuevas demandas. Sus ciudadanos están híper conectados, todos geo-localizados, cada uno tiene su identificación del nivel al cual pertenece. En ella hay diversidad de clase, de género, de religión y de cultura, pero siempre encerrados en la unidad de los tubos acristalados. La ciudad-ciudad busca, desesperada, consolidar una identidad, aunque sus prácticas, modos y consumos estén globalizados. La ciudad-ciudad tiene aciertos, defectos, virtudes y evidentes contradicciones. Así se siente viva.
8- Ciudad Informal / Ana Rascovsky (Supersudaca) “La Ciudad Decodificada”
La ciudad que conocemos hoy nació de una doble coyuntura: La transformación de la fisonomía de la ciudad debido al cambio climático, y el fracaso del nuevo código urbano de la ciudad, debido a su carácter burocrático y poco claro. En el año 2019, Argentina contaba con 4.300 Villas y existían dos modalidades para habitar la ciudad capital: La ciudad formal, histórica, regulada desde su fundación; y la otra, autogestionada, desarticulada, orgánica y oportunista que, alimentada por el caos ambiental y el ingenio de sus habitantes, superó y absorbió a la antigua ciudad.
Actualmente la configuración urbana debe resguardar a la población de la radiación solar. Las altas temperaturas, las olas de calor, las intensas lluvias y la elevación del nivel del mar modificaron el tejido urbano tornando dificultoso el uso de la PB para la vivienda y para el transporte tradicional. La apropiación privada y comunitaria del espacio aéreo funcionó como solución urbana para devolverle resguardo y frescor a las calles.
La comunidad democrática creada por la tecnología de las redes sociales permitió acuerdos persona-persona (PP) para convalidar cada micro acuerdo y así configurar la actual red de espacio común -la REC- Desde esta red común (privada de las partes que lo componen) se vinculan todos los COS (COS es el nombre para los antiguos Co-workings, co-livings, que en la actualidad, son la única manera de habitar). No existen los contratos notariales, todos los alquileres son por temporada. El bienestar urbano actual depende de su comunidad conectada por la tecnología digital y la potencia física humana.
9- Ciudad Satélite / IR arquitectura “Satélite”
El sentido común -el que nos permite funcionar como un gran macro organismo humano- estuvo desconectado por mucho tiempo. Así, como ante la pérdida de alguno de los sentidos equilibramos con los otros, al estar limitados en la capacidad de construir en conjunto, fuimos compensando con la agudización del temor; lo que nos llevó al desarrollo enfermizo de la capacidad de acumular. Se hizo evidente que el confort fue la droga más dura.
La aparición de comunidades eficientes puso en crisis a los gobiernos. La invención necesaria de sistemas de regulación de los recursos dio un nuevo registro de eficiencia a la experiencia humana: el exceso fue regulado por la escasez. Hoy nuestras ciudades ya no son máquinas para la producción. No es la ambición lo que organiza nuestro ecosistema.
Las ciudades satélites, formadas por barrios cerrados y sus espejos precarios fueron verdaderos laboratorios. Al demoler los muros perimetrales se produjeron nuevos modos de organización. Lo siguiente fue reagruparse en territorios no urbanizados, conformando aldeas capaces de gestionar eficientemente los recursos locales. Con el tiempo, los habitantes de la ciudad central acompañaron este movimiento dejando grandes porciones de tejido vacante. Esto produjo, en última instancia, la reorganización definitiva de las ciudades centrales. La rehabilitación del sentido común fue lenta. Ejercitando la introspección deliberada encontramos la llave hacia la inteligencia colectiva. Pudimos preguntarnos, por primera vez, cómo queríamos vivir.