El arquitecto Félix Candela –de nacionalidad española y mexicana– es uno de los arquitectos del siglo XX más reconocidos a nivel mundial por construir una trayectoria que exploró el concreto reforzado a través de distintos experimentos que resultaron en los famosos cascarones, elementos estructurales y de diseño que sostienen muchas de sus obras, tales como el Pabellón de Rayos Cósmicos en la UNAM, Ciudad de México (1951); la Capilla de la Palmira en Cuernavaca (1958); el Restaurante Los Manantiales, Xochimilco (1958); y el Palacio de los Deportes para los Juegos Olímpicos 1968 en Ciudad de México.
El legado de su obra y los principios estructurales que desarrolló marcaron una era importante en México y en el mundo, tanto es así que a lo largo de los años y hasta nuestros días, distintos arquitectos siguen estudiando su trabajo para proponer nuevas formas de construir con las herramientas actuales. Creemos que es de suma importancia seguir revisando el legado que dejó a su paso y sobre todo revisar de qué forma estas obras van evolucionando. De esta forma, el fotógrafo mexicano Óscar Hernández presenta una nueva serie que busca ofrecer un recorrido visual a algunas de las obras del arquitecto Félix Candela en la ciudad de Cuernavaca, México para arrojar luz y entender cuáles fueron algunos de los experimentos que sentaron las bases para lo que actualmente conocemos con el legado de Candela. Sigue leyendo para conocer la serie completa.
Capilla de Palmira
La forma de la capilla corresponde a un paraboloide hiperbólico cortado por varios planos, está hecho en concreto armado el cual que mediante el acomodo de las piezas de la cimbra logra tener tal curvatura. Inicialmente la estructura que cubría un claro de 31m, tenía un espesor de 4cm y una altura total de 24 m, pero una vez descimbrado se derrumbó la parte más alta. Al reconstruirse, se decidió darle una altura total de 21.9m y 7.65m en el extremo más bajo. El borde incrementó de 4 a 52cm, después de haber sido reforzado por lo cual perdió su característica ligereza y fue realmente considerado como su primer cascarón experimental.
Plaza de los Abanicos
Se trata de un conjunto cuya planta está formada por dos triángulos, el interno es la proyección de la unión de dos hipérboles con vigas de borde y el segundo, más amplio, se forma también con la proyección en este caso de las ampliaciones a partir de los cuales se desprenden en los vértices del triángulo un ramillete de superficies plegadas con la forma del abanico que da nombre a la escultura. Como en la mayoría de las estructuras de Candela, el acabado de la pieza mantuvo en principio el color del concreto aparente. Hoy en día está pintada de blanco al exterior y azul en la parte interna.
Monumento de Tequesquitengo Lomas Tropicales
Se trata de un conjunto que en planta mide 32x15m y tiene una altura en el extremo superior de 6.50m aproximadamente. Dos cuerpos de conceto en forma de abanico se contraponen ligados en la parte de abajo por cuatro vigas que en grupo forman un rombo. Los abanicos constan cada uno de dos hipérboles triangulares que juntos forman un triángulo de cuatro facetas en cuyo vértice nacen las vigs inferiores. Por encima de ellas corre untensor que soporta toda la tracción que se produce cuando los abanicos tienden a buscar la horizontalidad.
Entrada para el fraccionamiento Lomas de Cuernavaca
Para esta estructura se buscó crear un remate visual que permitiera abrir espacio para un hito de la zona. Se erigió en 1957 a cargo de Guillermo Rosell y Manuel Larrosa con Félix Candela.