
El concepto de descarbonización se menciona constantemente en discursos políticos y eventos ambientales globales, pero aún no ha recibido suficiente atención desde el campo de la arquitectura para cambiar profundamente la forma en que diseñamos y construimos el mundo del mañana. Los edificios son actualmente responsables del 33% del consumo mundial de energía y del 39% de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que indica que los arquitectos deben desempeñar un papel importante si queremos detener o revertir el cambio climático. Dado que el carbono es una medida universal que permite rastrear las emisiones de gases de efecto invernadero de un edificio en particular [1], una de las formas más efectivas para lograr este objetivo podría ser, por lo tanto, la descarbonización de la arquitectura.































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