Existe una creciente conciencia sobre la sostenibilidad—y el costo ambiental de demoler prematuramente edificios seguros y estructuralmente sólidos solo para reemplazarlos con nuevas construcciones. En la carrera más amplia por reducir las emisiones de carbono, las corporaciones e instituciones están poniendo mayor énfasis en el desempeño ESG (impacto ambiental, responsabilidad social y gobernanza). Muchos ahora requieren contabilidad de carbono, establecen objetivos de "neutralidad de carbono", o compran créditos de carbono para compensar sus huellas.
Este cambio, junto con una ola de proyectos ejemplares de reutilización adaptativa en todo el mundo—el Tai Kwun de Herzog & de Meuron en Hong Kong, Powerhouse Arts en Brooklyn, The Ned Doha de David Chipperfield, y las transformaciones de fábricas de Xu Tiantian, canteras, y fortalezas de tierra apisonada en China—ha acelerado una seria reconsideración de la reutilización como una estrategia de desarrollo primaria. Sin embargo, a pesar de sus muchos beneficios, la reutilización adaptativa aún no es tan predominante como podría ser. ¿Por qué y cuáles podrían ser los principales obstáculos y tensiones?
En muchas partes del mundo, la lejanía no solo se define por la distancia. Puede describir un asentamiento montañoso alejado de la infraestructura o un barrio urbano y suburbano en los márgenes de la visibilidad y la oportunidad. A través de estos diversos contextos, la biblioteca ha sido una de las tipologías más vitales—un espacio donde la arquitectura encarna los modos de accesibilidad, inclusividad y cuidado comunitario.
Las bibliotecas comunitarias recientes exploran cómo el diseño de bibliotecas puede cultivar espacios para el aprendizaje y la reunión—no solo como lugares para libros, sino como entornos multifuncionales para el intercambio y la reflexión. En áreas periféricas, tales proyectos a menudo surgen de medios limitados. Sin embargo, su carácter arquitectónico radica en ciclos de diseño ecológico que se comprometen con la sinergia de los paisajes circundantes, materiales locales, técnicas vernáculas, procesos participativos y programación adaptativa. Juntas, estas aproximaciones permiten que cada biblioteca se convierta en una extensión de la vida comunal — un marco vivo para la continuidad cultural, el conocimiento compartido y el aprendizaje colectivo. En este artículo, presentamos siete bibliotecas comunitarias que ilustran cómo la arquitectura puede fomentar la accesibilidad, el aprendizaje y el cuidado en diversas geografías y contextos sociales.
Tras una edición marcada por el dinamismo, la innovación y el fortalecimientode alianzas estratégicas, Obra Blanca concluye su sexta edición con un formato que combina exposición, una agenda de contenidos y espacios de negocios. Más de 20,000 profesionales del sector de los acabados y productos de diseño para la arquitectura se reunieron en la búsqueda de transformar la arquitectura y el diseño en México.
Frente a la combinación del crecimiento demográfico, la prosperidad económica y la expansión de las áreas urbanas, un notable aumento en los flujos de personas y bienes acompaña el desarrollo de las diferentes formas de movilidad disponibles en el entorno urbano. A medida que avanzan las tecnologías y los medios de transporte evolucionan, la reutilización adaptativa de vagones de trenes, cabinas de aviones y demás infraestructuras de servicios expone la oportunidad de desarrollar su potencial creativo. Materiales, tecnologías y herramientas de diseño se funden bajo un objetivo común: reacondicionar y reutilizar estructuras en desuso para darles una nueva vida.
La diplomacia cultural se refiere al uso de la expresión cultural y el intercambio creativo para fomentar el entendimiento y construir relaciones entre naciones. En este contexto, la arquitectura ha desempeñado durante mucho tiempo un papel distintivo. Más allá de sus dimensiones funcionales y estéticas, sirve como un medio de comunicación, un lenguaje a través del cual los países expresan identidad, valores y ambición en el escenario global.
La arquitectura opera como una forma de poder blando — persuasiva más que coercitiva — permitiendo a las naciones proyectar influencia a través de una presencia material. Desde embajadas modernas en la era de la posguerra hasta pabellones monumentales en exposiciones mundiales, los gobiernos e instituciones han reconocido el potencial del entorno construido para moldear la percepción. Al encargar a arquitectos/as prominentes y adoptar lenguajes de diseño específicos, los países han utilizado la arquitectura para señalar modernidad, tradición, innovación o estabilidad.
El centro cultural constituye una tipología arquitectónica que ha despertado un especial interés entre profesionales de la arquitectura y el urbanismo durante décadas. Ya sea por su programa multifacético, por su escala a menudo emblemática o por el potencial de transformar el contexto urbano en el que se inserta, se trata de un tipo de edificación que concentra una gran carga simbólica y proyectual. La amplia difusión de referencias internacionales — muchas de ellas firmadas por arquitectos y arquitectas de renombre — refuerza el aura de prestigio asociada a este programa, frecuentemente considerado un territorio privilegiado para la experimentación formal y conceptual. No es casualidad que los proyectos de centros culturales figuren entre los temas más recurrentes en concursos, exposiciones y talleres académicos.
Sin embargo, detrás de esta fascinación contemporánea, hay una historia compleja, en la cual la noción de espacio destinado a la cultura ha ido siendo redefinida hasta asumir las configuraciones que hoy reconocemos. Una continua actualización que invita a reflexionar no solo sobre el recorrido histórico de estos espacios, sino también sobre las posibilidades que delinearán su futuro.
Nicolás Valencia conversa con la arquitecta chilena Romy Hecht, decana del College UC y autora de El alma del verdor de Santiago, (Orjikh editores, 2025), donde indaga en la naturaleza del paisaje de la capital de Chile, examinando sus orígenes e identificando a los actores a cargo del cultivo de especies exóticas y de la confección de geometrías de plantación que, una vez enraizadas, construyeron la identidad y el carácter de Santiago.
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El diseño de baños públicos ha estado vinculado históricamente a satisfacer una necesidad común de higiene, salud y bienestar en las comunidades. Condensando diferentes espacios, materiales y elementos de aseo en sus tipologías, la arquitectura de los baños públicos ha ido adaptándose a las demandas actuales de higiene, cuidado y estética. Desde lavamanos, inodoros y bebederos hasta sistemas de mamparas, duchas, mudadores o salas de lactancia, protagonizan la dinámica de estos espacios. Sea en aeropuertos, parques, clínicas, hoteles u otros sitios, estos elementos buscan brindar privacidad y confort, desarrollar soluciones eficientes de limpieza e integrar criterios de accesibilidad en todos sus componentes con el apoyo de herramientas y tecnologías contemporáneas.
Celebrada en Pamplona del 23 al 26 de septiembre, la Bienal de Arquitectura Latinoamericana 2025 reunió a estudios emergentes y voces consolidadas del continente. La edición destacó por la calidad y diversidad de las prácticas seleccionadas: proyectos de gran riqueza formal y conceptual, desarrollados por estudios jóvenes pero de una solidez admirable, que reflejan la madurez y vitalidad del panorama arquitectónico latinoamericano actual.
Nicolás Valencia conversa con la arquitecta española Marina Otero Verzier, ganadora del Wheelwright Prize 2022, sobre su investigación en torno al costo material y extractivo de la nube digital, un tema que desarrolla en su libro En las profundidades de la nube, publicado en 2024 por Ediciones Asimétricas.
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¿Qué papel cumple el mobiliario urbano en el espacio público? Acorde a los comportamientos humanos en sociedad, el diseño de los espacios públicos se enmarca dentro de una investigación compleja que comprende, además del análisis de usos, la participación de la comunidad, el estudio de las condiciones climáticas y geográficas, la economía de recursos, entre tantos otros factores, la selección de equipamientos y elementos urbanos adecuados para satisfacer las necesidades de una gran proporción de la población. Como sostiene el arquitecto y urbanista español Oriol Bohigas Guardiola, la arquitectura además de un arte es un servicio directo a la sociedad. Por ende, la armonía entre las múltiples disciplinas que intervienen al mismo tiempo debería consolidar herramientas que mejoren y/o faciliten la vida en comunidad. Comprender el rol que ocupa el mobiliario urbano al colaborar en el desempeño de ciertas actividades según su manera de disposición, sus dimensiones, su materialidad y vida útil a largo plazo forma parte importante del funcionamiento actual y a futuro de los espacios urbanos.
Históricamente—al igual que otras formas culturales—la arquitectura ha sido documentada, compartida y promovida principalmente a través de la impresión. Libros, revistas y periódicos llevaron los argumentos e imágenes de la disciplina, y debido a que la práctica arquitectónica depende en gran medida de la comunicación visual, las revistas impresas crearon un puente entre las publicaciones académicas y las revistas comerciales. A lo largo de las décadas posteriores a la guerra, volúmenes bellamente producidos curaron un punto de vista colectivo, señalando lo que el campo consideraba en términos generales digno de discusión o ejemplar.
A través de los principales centros culturales, un puñado de publicaciones moldeó este discurso: sus perspectivas eran típicamente sofisticadas, profesionales y cuidadosamente editadas—destilando una producción global indisciplinada en una pequeña constelación de proyectos notables. El sistema privilegiaba ciertas prácticas y geografías, pero también amplificaba la arquitectura para audiencias más amplias. Los edificios comenzaron a instalarse en la imaginación pública; los viajes culturales—viajes realizados expresamente para experimentar la arquitectura—pasaron de ser una rareza a convertirse en un ritual.
A medida que los países en África emergieron del colonialismo a mediados del siglo XX, muchos expresaron sus identidades independientes a través de la arquitectura. Este proceso continúa varias décadas después, ejemplificado por varios nuevos museos en África Occidental, recientemente completados o en proyecto. Aunque varían en propósito y forma, tienen algunos objetivos comunes: abordar la necesidad de restitución de muchos artefactos tomados durante el colonialismo y que en su mayoría se mantienen en museos europeos; y definir un museo con identidad local en oposición a una importación no contextual.
El ruido de las conversaciones superpuestas, las luces intermitentes de una cartelera, los pasos apresurados en la acera y el constante martilleo de una obra cercana: los espacios públicos a veces se perciben como entornos donde los estímulos se acumulan y con frecuencia nos sobrepasan. Cada persona percibe y responde a estos impulsos sensoriales de manera distinta, y reconocer la neurodiversidad significa comprender que algunos individuos requieren más tiempo para adaptarse, recorridos a ritmo más lento o interacciones más graduales con su entorno. Estos encuentros plantean preguntas fundamentales sobre el espacio público contemporáneo: ¿cómo puede acoger la diversidad de formas en que las personas lo perciben y lo habitan? ¿Cómo podemos imaginarlo como un espacio que abraza todas las maneras de experimentarlo?
Grupo de construcción para Circo-lô en la Asociación IDE, en Botucatu | SP. Foto: Tomaz Lotufo
Históricamente, las primeras universidades del modelo contemporáneo fueron implantadas en Europa como instituciones orientadas a la formación de élites para servir al Estado y a la Iglesia, y no para promover la emancipación social. Con el avance del capitalismo, se consolidaron como espacios privilegiados de producción y reproducción de la cultura occidental moderna. Sin embargo, a partir de la década de 1960 —especialmente después de las revueltas estudiantiles de mayo de 1968—, el énfasis académico se volvió hacia valores relacionados con el mercado, reemplazando los ideales humanistas y críticos. Las ciencias humanas perdieron espacio, mientras que las áreas técnicas pasaron a ocupar un lugar central, muchas veces alejándose de la reflexión crítica sobre el impacto social de sus prácticas.
¿Qué es la arquitectura? Para algunos, su función tradicional es reunir imaginación, conocimiento técnico y capacidad de resolución, permitiendo a los arquitectos proyectar y construir mientras equilibran las ideas con los medios para llevarlas a cabo. Desde la piedra y la madera de las primeras construcciones hasta el acero y el hormigón del siglo XX, cada época exigió no solo comprender la forma, sino también las propiedades y el potencial de los materiales empleados. Este dominio de los materiales siempre ha sido una parte esencial del proceso creativo, aunque su alcance estuvo limitado por los saberes y las tecnologías disponibles.
Con el tiempo, ese equilibrio ha comenzado a cambiar. Los arquitectos han pasado de limitarse a utilizar materiales a diseñarlos activamente, aplicando principios científicos y experimentando con procesos biológicos, químicos y computacionales. Esta evolución ha ampliado las posibilidades de la arquitectura, entrelazando naturaleza, tecnología y arte, mientras impulsa el rol del arquitecto hacia una dimensión más experimental y guiada por la ciencia, en la que la manipulación y creación de materiales se convierten en el núcleo del acto creativo y no solo en un medio para alcanzar formas o estructuras.
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Cortesía de Cortesía de La Feria De Diseño Medellín
Hacer preguntas es el primer paso para cuestionar lo que damos por hecho y abrir nuevas posibilidades para planear y construir. Estas preguntas, valiosas por sí mismas, adquieren mayor fuerza cuando se comparten y se examinan desde diferentes perspectivas. Al intersectar con las experiencias de profesionales y marcas, tejen miradas que enriquecen la discusión. Las ferias y eventos de diseño en todo el mundo se han convertido en espacios donde estas conversaciones cobran impulso, favoreciendo las conexiones y fomentando dinámicas colaborativas. En este panorama, Colombia se ha consolidado como un punto de encuentro, funcionando como plataforma que impulsa la arquitectura y el diseño en Latinoamérica y el Caribe, al tiempo que proyecta la voz de la región en el escenario global.
Comayagua es una ciudad en el centro de Honduras ubicada en un valle del mismo nombre. Ocupa un lugar fundamental en la historia de la nación, habiendo servido como su capital colonial y republicana temprana durante más de 300 años. Sin embargo, cuando la capital fue reubicada a Tegucigalpa en 1880, la expansión urbana de Comayagua se detuvo, preservando inadvertidamente un amplio y rico patrimonio. A principios de la década de 1990, gran parte del legado arquitectónico de la ciudad estaba en un estado de deterioro. Reconociendo la urgente necesidad de protegerlo, los gobiernos de Honduras y España iniciaron un esfuerzo colaborativo, con el objetivo de poner en marcha un programa de restauración a largo plazo para crear un marco de políticas que asegure la preservación del centro histórico de la ciudad por los años venideros.
La innovación está en el corazón de la arquitectura, expresándose a través de nuevos enfoques de diseño, la experimentación con materiales y, por supuesto, nuevas formas de habitar. Como resultado, la concepción de los edificios y los espacios interiores está en constante cambio. Esta evolución se hace especialmente evidente en regiones con un rico patrimonio cultural, como España, donde la innovación reinterpreta las formas tradicionales de relacionarse con el espacio. Esta atención a la memoria y a la vida cotidiana se extiende al interior, donde cada intervención tiene el potencial de redefinir activamente cómo las personas experimentan un espacio y abrir nuevas posibilidades para habitar e interactuar.
ArchDaily se enorgullece en revelar a los ganadores de la 5ª edición de Next Practices, reconociendo a 20 prácticas arquitectónicas innovadoras de todo el mundo. Estas firmas representan la creatividad, la innovación, el enfoque interdisciplinario y la responsabilidad social que están moldeando el futuro de la arquitectura y expandiendo sus horizontes.
España combina diversidad cultural y una larga tradición constructiva que se refleja directamente en su arquitectura. El país alberga escuelas influyentes, una producción teórica constante, una generación activa de arquitectos y una industria de la construcción consolidada, con sólidas capacidades en innovación, estandarización y exportación. La arquitectura española contemporánea se caracteriza por la pluralidad de enfoques y por la articulación entre la tradición material, la tecnología y el rendimiento.
En este contexto, los materiales desempeñan un papel central en la concepción, la expresión y la funcionalidad de los edificios. El acero, el vidrio, el ladrillo, la piedra y la madera siguen siendo recursos esenciales en la práctica arquitectónica, pero su papel va mucho más allá de la materia prima. Una vez procesados industrialmente, estos materiales se transforman en una amplia gama de productos y sistemas, como paneles técnicos, fachadas ventiladas, componentes estructurales, revestimientos extruidos y sistemas de brise-soleil.
A medida que las ciudades y comunidades se adaptan a nuevas realidades culturales, ambientales y sociales, la arquitectura está asumiendo un papel ampliado en la configuración de espacios de resiliencia, reunión e imaginación. Esta edición de Arquitectura Ahora destaca seis proyectos recientes que abarcan continentes y tipologías, desde la rehabilitación de paisajes post-industriales hasta arquitectura sagrada, pabellones culturales y centros cívicos. Ya sea a través de la innovación en mass timber en Vancouver y Jülich, la reutilización adaptativa en Ostrava, un pabellón infantil en Londres, un centro espiritual en India, o una iglesia paramétrica en Kiev, cada proyecto demuestra cómo el diseño puede unir patrimonio e innovación, al mismo tiempo que fomenta la conexión, el cuidado y la comunidad.