El libro de Justin McGuirk 'Radical Cities: Across Latin America in Search of a New Architecture' se está convirtiendo rápidamente en una lectura obligatoria en el mundo de la arquitectura. Escrito a partir de su trabajo realizado con Urban Think Tank y Iwan Baan, “Torre David / Gran Horizonte”, ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia del 2012, el trabajo de McGuirk se ha convertido en un referente para los recientes intereses del mundo arquitectural: soluciones para vivienda de bajo costo y Latinoamérica. Esta revisión de 'Radical Cities' por Joshua K León fue originalmente publicada por Metropolis Magazine como "Finding Radical Alternatives in Slums, Exurbs, and Enclaves".
El libro 'Radical Cities: Across Latin America in Search of a New Architecture' debería ser una lectura obligatoria para todos los interesados en buscar formas para salir de la desoladora desigualdad social en la que estamos atrapados. Según los informes de la ONU, entre el 2010 y 2012 el número de habitantes en situación precaria ha incrementado en 40 millones. Los mercados privados claramente no pueden proporcionar vivienda universal de forma eficiente y los gobiernos son frecuentemente hostiles hacia los más pobres. La única alternativa es la acción colectiva a nivel local, nunca había leído un informe tan elocuente sobre el tema.
McGuirk es muy consciente de los factores que trabajan en contra de una seria reforma de la vivienda. Décadas de austeridad impuestas a los países pobres por parte de actores poderosos, como el Fondo Monetario Internacional han maniatado los esfuerzos para avanzar en políticas de vivienda social. Incluso en lugares prósperos, las ayudas estatales no han llegado, excepto tal vez para estimular procesos de gentrificación que han resultado en el desplazamiento de la población existente. En una era descentralizada sin estado, funcionarios provinciales y locales -y más importante, los propios ciudadanos- deben encontrar su propio camino para volver a configurar más humanamente las condiciones de vida en las ciudades.
No es de extrañar que Radical Cities mire a América Latina, en cuyas urnas de votación se han ampliamente rechazado las políticas de austeridad y han creado el espacio para que los activistas de la comunidad sigan su propio camino. Alejándose del culto hiper-individualizado del starchitect, los diseñadores que McGuirk entrevista toman posturas activistas, con o sin la ayuda del Estado. En algunos casos, las comunidades incluso reconfiguran su propia estética sin arquitectos. Estos son los nuevos experimentos en control directo democrático sobre los recursos, participación de la comunidad y el espacio compartido.
Este breve comentario no puede hacer justicia a todos los ejemplos tan lúcidamente debatidos en Radical Cities, pero aquí se presentan algunos fragmentos. En Santiago, la firma de diseño Elemental maximiza los escasos subsidios gubernamentales mediante la construcción de "casas a medias", que después los mismos residentes pueden mejorar con el tiempo. En Argentina, la cooperativa indígena Túpac Amaru construye casas cuatro veces más rápido que las empresas constructoras privadas y a menos de un quinto del costo. La organización complementa su trabajo con todo, desde hospitales a escuelas a piscinas públicas. Al mismo tiempo, se cultiva la solidaridad de la comunidad y el activismo político entre sus miembros.
Y luego está Caracas, donde los residentes forjaron una cooperativa de viviendas en la Torre de David, una torre de oficinas abandonada en el corazón del distrito financiero de la ciudad. McGuirk señala que si bien las reformas de Hugo Chávez hicieron poco para cambiar el inhóspito entorno construido de la ciudad, dieron cobertura a estos 3.000 residentes bien organizados afirmando los derechos de los ocupantes ilegales. Esto significa condiciones muy duras, pero la mejora a modo de "DIY", donde las reformas socialistas permitieron a los residentes (al menos temporalmente) establecerse gradualmente en una zona de clase media en lo que es tal vez la toma residencial vertical más alta del mundo.
La 'moderna torre' carece de ascensores en sus 28 pisos (imagínate salir del apartamento para ir al supermercado). La cooperativa tuvo un sistema de pago único, premiando a sus residentes por el trabajo que realizan a sus unidades, en vez de poner un valor de mercado a cada apartamento. Por otra parte, recientes acontecimientos ponen de relieve la realidad de que las mejoras a las condiciones de vida a través de mejoras en las vivienda informal resulta precario. El verano pasado, el gobierno comenzó el reasentamiento de los antiguos residentes de la Torre de David y el futuro de la construcción, ya sea como un proyecto inmobiliario o de oficinas de gran altura, es incierto.
Mucho y merecidamente se ha escrito sobre Antanas Mockus, el inconformista ex alcalde de Bogotá. Las campañas de Mockus para mejorar la seguridad, el tráfico, reducir la violencia e integrar la ciudad a través del transporte público asequible son medidas que valen la pena volver a revisar, alcaldes actuales como Bill de Blasio de Nueva York buscan fomentar el cambio progresivo con presupuestos muy reducidos. La filosofía de Mockus deriva en parte de los estudios de obediencia de Stanley Milgram, aunque Mockus prefiere el término coexistencia, planteado a través de reglas establecidas. Como ejemplo, una vez encargó a un ejército de mimos imponer las leyes de tránsito.
Es posible observar a estas alturas que los casos explorados aquí no son tan radicales. Ninguno de ellos cambia las reglas del juego, en un mercado mundial de vivienda que deja a 863 millones de personas viviendo en situaciones precarias. Para ser justos, vale la pena recordar que toda esta acción colectiva se presenta en un contexto donde el 1% de la población controla un 99% de la riqueza mundial. Los principios de un diseño de vanguardia no pueden renegociar la Organización Mundial del Comercio, restaurar los impuestos progresivos o reconstruir el estado de bienestar.
Por otro lado, los innovadores urbanos radicales demuestran cuán subversivo pueden ser los esfuerzos arquitectónicos de base. La planificación inclusiva puede crear vías hacia el corazón de una ciudad para los que antes eran excluidos (como el pionero sistema de autobuses Transmilenio de Bogotá). Se puede renegociar los términos de desigualdad en la propiedad privada, otorgando la capacidad para aquellos sin nada puedan adquirir bienes en desuso (al igual que los vecinos de Torre de David). Puede fomentar la solidaridad comunitaria, creando las bases para la acción política basada en intereses compartidos (que los pioneros Túpac Amaru llevan a cabo a través de la creación de espacios comunes para fomentar el compromiso social).
Por supuesto, aceptando que el cambio social en este planeta tan abruptamente desigual sólo puede ser fragmentario. Radical Cities nos da fragmentos de esperanza.
Joshua K. León es profesor asistente de ciencias políticas y estudios internacionales en Iona College. Sus escritos sobre las ciudades aparecen en publicaciones como Metropolis y Dissent. Su libro The Rise of Global Health: The Evolution of Effective Collective Action fue publicado este mes. Él vive en Manhattan.