
-
Arquitectos: Idem
- Área: 72 m²
-
Fotografías:Isabel Delgado
-
Proveedores: FV

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Casa Alma es un refugio enclavado en el corazón del Valle de Mindo, fundado en las condiciones atmosféricas y materiales del entorno, así como en el mundo simbólico que sus habitantes han construido para narrar sus vidas. La geometría se emplea para ordenar cada elemento, tanto en el interior como en el exterior, proponiendo un microcosmos articulado como un interior opaco, velado frente al exterior. Simétrica en ambos ejes, la casa plantea una dualidad entre cuerpo y atmósfera, materia y ánimo.

Encarna simultáneamente una lógica simbólica y material. En su núcleo, un vacío transversal abre la casa hacia el paisaje, anclado por un volumen luminoso ubicado en el centro geométrico. Este tragaluz transparente captura el cielo cambiante y se convierte en un testigo silencioso de su movimiento, en el momento en que la casa se repliega y se aísla del mundo.

La casa se organiza en torno a la idea de permitir dos ambientes completamente independientes. Un sistema de paneles corredizos centrales permite dividir el interior en dos volúmenes desconectados, brindando a sus habitantes la posibilidad de resguardarse en una u otra sección de esta gran habitación. Esta flexibilidad espacial responde a la necesidad de intimidad dentro de una domesticidad compartida. Al mismo tiempo, la casa busca reducir al mínimo su impacto sobre lugar. Para ello se diseñó un sistema de recolección de aguas lluvias destinado al riego de los jardines colindantes, complementado por un tratamiento de aguas grises y negras que, mediante especies vegetales y bacterias, devuelve el agua a la tierra con el menor grado de intervención posible.


El sistema constructivo surge de dos linajes: las estructuras de madera rudimentarias encontradas en el sitio y las casas prefabricadas de Jean Prouvé. Estas referencias guiaron la adopción de un sistema repetitivo de pilares y vigas, resistente a fuerzas laterales y sencillo de ensamblar.

En el centro se alza una columna solitaria, cuya fragilidad es acentuada por el tragaluz que la corona, un gesto que remite a la concepción de Kazuo Shinohara, para quien los elementos estructurales son dispositivos de estabilidad y, a la vez, de singularidad poética. La luz y la gravedad se comportan como una sola en el corazón de esta habitación. El lucernario libera a la columna central de sus deberes estructurales, permitiéndole existir como símbolo más que como soporte. Así, señala el centro preciso de un paisaje que ya no se encuentra, sino que se crea: un horizonte interior enmarcado por la propia casa.

El ensamblaje estructural fue llevado a cabo por artesanos locales, quienes desarrollaron el proyecto mediante maquetas de cada una de las uniones presentes en la casa. La confrontación entre el diseño propuesto y las contingencias de la construcción —limitaciones presupuestarias, condiciones imprevistas— dio lugar a una complejidad de detalles que enriqueció ampliamente la propuesta original.

















