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Arquitectos: Studio MEMM
- Área: 515 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Ricardo Faiani
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Proveedores: Closet e acabamentos, Cozinha, Pedras, Vidros e Caixilhos

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicado en el 20º piso de un edificio cercano al Parque Ibirapuera, el Apartamento AEG, con 515 m², se abre a la ciudad con un horizonte de aproximadamente 270 grados, desde la Zona Oeste, Norte hasta el ABC Paulista. A partir de esta premisa, la disponibilidad de un horizonte generoso, el proyecto firmado por Studio MEMM fue concebido para valorar tanto la contemplación como la convivencia, ofreciendo soluciones que equilibran integración y privacidad, fluidez e introspección.


El enfoque principal del diseño de interiores fue el área social del apartamento, el corazón de la vida cotidiana de la familia y el escenario principal para encuentros. La propuesta buscó crear un ambiente capaz de adaptarse a los ritmos de la familia: momentos en los que se desea total integración entre estar, cenar y home theater, y otros en los que la privacidad, el enfoque o la intimidad se vuelven esenciales.

Esta flexibilidad es posible gracias a paneles de madera pivotantes que articulan los espacios con elegancia y fluidez. Cuando están cerrados, definen límites visuales y crean una atmósfera más íntima. Cuando están abiertos, disuelven las barreras espaciales y amplían la percepción del ambiente, ofreciendo una sensación de continuidad y apertura.

La colaboración con Toitoitoi Studio ha aportado refinamiento a los interiores. Un toque de contraste es introducido por la presencia de elementos metálicos, luminarias, detalles del mobiliario y herrajes, que añaden brillo y reflejan la luz natural que llena el apartamento a lo largo del día. El resultado es una atmósfera sofisticada y al mismo tiempo sutil. Un equilibrio entre lo natural y lo urbano, entre lo permanente y lo transformable. La calidez de la materialidad abraza y se refuerza al enmarcar la ciudad a través de sus ventanas.


El balcón se concibe como un espacio de respiro, tanto por la vista privilegiada como por su diseño sensible. Orientado hacia la puesta del sol, requería filtrar el calor de la tarde y asegurar la privacidad frente al edificio vecino.


La solución vino con una estructura de jardineras de ocho metros de largo diseñada por Studio MEMM que articula el ambiente. Las jardineras metálicas en tono cobre reciben el paisajismo firmado por Bia Abreu. Vasos neutros y vegetación crean una barrera natural sutil, que protege visualmente a los residentes sin bloquear la luz. En el centro, un tronco de madera sostiene un banco de cinco metros de extensión, que funciona como asiento y apoyo, reforzando la fluidez del espacio. Entre los destacados del ambiente, una butaca firmada por Niemeyer contribuye a que el balcón escape de la rigidez ortogonal del interior. Se puede decir que el espacio se abre como una pausa visual y sensorial, acogiendo el paisaje de la ciudad con suavidad.

En los dormitorios, se mantuvo el piso original en espiga, valorando la materialidad de la madera y reforzando la elegancia atemporal del proyecto. El dormitorio principal sigue la misma mirada sensible: aquí, la vista de la ciudad es protagonista, enmarcada por las amplias aberturas del edificio. Cortinas de voil, alfombras claras y ropa de cama en tonos suaves crean una atmósfera sofisticada y serena.

Entre los ambientes íntimos, la habitación infantil y la sala de juegos traen color, funcionalidad y diversión. Son espacios pensados para jugar y relajarse, en diálogo con la estética del resto del proyecto e integrados a la rutina de la familia. Mientras que en la habitación los colores son más suaves para garantizar la tranquilidad en el momento de dormir, la sala de juegos presenta colores más intensos, cajones, cajas, escaleras y literas con redes. Todo para colaborar con la formación infantil tanto creativa como organizacional y motora.

Los baños, originalmente revestidos en mármol, fueron preservados en su mayoría, con adaptaciones sutiles en las carpinterías y elementos de vidrio para mantener el lenguaje original del edificio. En el lavabo, la propuesta fue crear una atmósfera con personalidad propia. El papel tapiz en verde musgo, los metales bronceados y el lavabo en mármol bronce-armani establecen un diálogo refinado con los mármoles travertino del piso de la sala y los tonos cálidos de la madera, resultando en un ambiente que combina sofisticación, sobriedad y leve dramaticidad.

La cocina, aunque pensada prioritariamente para el equipo de apoyo, también atiende con practicidad al uso cotidiano de la familia. La composición apuesta por carpintería en madera, armarios en vidrio gris, mate y brillante, y porcelanato en tono beige grisáceo, preservando la elegancia y la armonía con el área social.































