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Arquitectos: Escobedo Soliz Studio
- Área: 100 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Ariadna Polo Fotografía
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Proveedores: Origen Madera

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este proyecto comprende una residencia para una mujer finlandesa jubilada, situada en un antiguo asentamiento minero en la Sierra Gorda de Guanajuato. Concebida como un refugio discreto y contemplativo, la casa ocupa una parcela de forma irregular, densamente poblada de árboles de pirul, cactus de órgano, mezquites, nopales, y marcada por la presencia de un pozo minero del siglo XVIII.

El terreno, estrecho e irregular, está definido en el borde este por un muro preexistente de adobe y piedra, y en el oeste por una barrera natural de cactus de órgano. El programa, articulado por la cliente, la Sra. Christel, requería una vivienda principal en un solo nivel y, encima de ella, un apartamento de dos dormitorios con acceso independiente para fines de alquiler.


La estrategia arquitectónica incorporó el muro de adobe como eje guía para el acceso a la residencia principal, a la que se entra a través de un patio que está simultáneamente contenido tanto por el muro como por la casa. Este patio funciona como un elemento organizador, uniendo todos los espacios domésticos a través de un pórtico semi-abierto. En el nivel superior, el apartamento se estructura alrededor de su propio patio central. Al oeste, la vivienda se articula en tres volúmenes escalonados, un gesto que negocia el trazo irregular del límite de los cactus, evitando al mismo tiempo los restos del pozo minero. Es importante destacar que el proyecto fue concebido para permitir la construcción en fases distintas, asegurando la adaptabilidad a lo largo del tiempo.



La decisión de emplear ladrillo rojo cocido de producción local respondió al deseo de trabajar con un material tradicional cuyas propiedades térmicas y económicas apoyaban el uso de un sistema de doble muro conocido como enhuacalado. Esta técnica constructiva permitió la formación de muros robustos y huecos capaces de acomodar tanto la estructura como las instalaciones, al tiempo que facilitaba la construcción por fases con mayor eficiencia. Las aberturas cuadradas cuidadosamente enmarcadas establecen conexiones visuales precisas con el jardín, mientras que en el patio central, las altas superficies de mampostería modulan la luz, intensifican el silencio y cultivan una atmósfera de reclusión, un ambiente particularmente adecuado para la lectura y la contemplación.


Desde el principio, el proyecto aspiró a cualidades de simplicidad, intimidad y autenticidad material, valores que resuenan tanto en las tradiciones arquitectónicas mexicanas como en las nórdicas. Su búsqueda se orientó hacia las dimensiones esenciales y poéticas de la vivienda, eludiendo deliberadamente lo superficial o lo ostentoso.


La realización de la primera fase del proyecto se extendió a lo largo de cuatro años y fue posible solo gracias a la energía y el compromiso de colaboración de la cliente, el arquitecto local y el equipo de Escobedo Soliz.























