
-
Arquitectos: Lorena Pulecio, Vladimir Caballero
- Área: 588 m²
- Año: 2024
-
Fotografías:Monica Barreneche

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Este proyecto arquitectónico en la ciudad vieja de Cartagena demuestra que el lujo no depende del exceso ni la opulencia, sino que puede integrarse sutilmente en la vida cotidiana de forma sencilla y a veces invisible.

La tipología de la arquitectura colonial domestica cartagenera es clara y precisa: portón en madera con estoperoles y aldabas, ventanas de caretas con balaustres, tribunas, cubiertas y balcones tipo colonial, zaguán, crujías y patio central. Todo esto heredado de la cultura española y por consecuencia de la árabe. Una herencia arquitectónica que con los siglos se ha adaptado a sus usos reales y que refleja un estilo de vida caribeño y tradicional. La calle de la carbonera -cuyo nombre viene del almacenamiento de carbón- le da origen al nombre y ubicación del proyecto más reciente la diseñadora de interiores Lorena Pulecio y del arquitecto Vladimir Caballero.


Después del éxito de su proyecto anterior en Getsemaní —un barrio obrero, alejado del casco histórico—, Lorena quiso reinterpretar el estilo que había logrado junto a Vladimir. Esta vez, decidió llevarlo hacia un enfoque más lujoso y minimalista.


"Es como entrar en una versión evolucionada de la casa anterior, que era cálida y con tonos terrosos, pero aquí exploramos texturas y colores más fríos", comenta la diseñadora. Sin embargo, la casa conserva una atmósfera acogedora. Relaja la vista, un efecto que se agradece especialmente, dado que el centro histórico de esta icónica ciudad es vibrante y está lleno de color.

Esta calma visual se vive como algo real, gracias en gran medida a los materiales y la forma de utilizarlos que emplearon Lorena y Vladimir, pero sobre todo a los juegos de volúmenes que lo encierran a uno al momento de habitar la casa. Un encierro que, en lugar de aprisionar, libera. De la casa original solo se conservó el estilo de la fachada, los 588 m2 restantes se hicieron de cero respetando los parámetros patrimoniales. "Resaltamos lo más importante de esta tipología desde el punto de vista espacial y constructivo, creando así un juego de espacios y volúmenes donde prevalece el espíritu de nuestra arquitectura colonial, revestida de elementos contemporáneos", comenta el arquitecto colombiano.


La Casa de la Carbonera se despliega en cuatro plantas y, con su estilo townhouse, ofrece múltiples espacios habitables, como el salón principal, la cocina abierta, el comedor, un estudio de trabajo, el foyer, una sala auxiliar, la piscina, terrazas, jacuzzi, baños y cinco habitaciones preparadas para alojar a más de una docena de invitados.

Más allá de su distribución estratégica, el alma de esta casa se percibe a través de sus detalles. "Desde el momento en que se accede a la casa, la conservación de sus muros de piedra, el respeto por las proporciones y los sistemas constructivos del zaguán y del salón principal, cubiertos por un techo colonial a dos aguas con tejas de barro, junto con elementos decorativos como los dientes de perro, ménsulas y otros ornamentos, convierten esta arquitectura en uno de los legados más importantes de la época colonial. Toda la casa es un juego de matices que hace que este proyecto responda tanto a las exigencias contemporáneas como al respeto por los valores arquitectónicos heredados", añade Vladimir.

Pulecio propone texturas que transmiten frescura y ligereza, comenzando por la cerámica gris de origen italiano que recubre gran parte de los pisos de la casa. Otros materiales destacados incluyen el aluminio y el porcelanato marmolado en los baños, maderas claras y blancas, textiles de lino y algodón, y mallas metálicas en la iluminación, entre muchos más. La propuesta de interiorismo busca fomentar la relajación y la tranquilidad, gracias a los tonos elegidos por Lorena y el efecto positivo que estos generan en los seres humanos convirtiendo esta casa en un pequeño oasis escondido en la ciudad amurallada.










