
Hace un tiempo oí la frase “Los arquitectos, tenemos un mandante general, que es la disciplina” dicha por el arquitecto Teodoro Fernández, y que resulta bastante clarificadora, respecto de cuanto se debe respetar y cuánto se debe transar en un proyecto de arquitectura, frente a las intenciones de un mandante o tercero.
Muchas veces, los proyectos sufren variaciones importantes, durante la etapa de desarrollo y construcción, al punto de atravesar un límite donde el valor del mismo termina por desaparecer, para dar lugar a intenciones o caprichos de terceros.
























