Argentina se posiciona en el extremo sur y sudoeste de América del Sur y dada su extensión, cuenta con una multiplicidad de climas y diferencias en la incidencia de la luz solar. Estas condiciones llevaron a muchos profesionales de la arquitectura a pensar en las pérgolas para generar espacios de transición entre el interior y el exterior de las viviendas que permitan satisfacer las necesidades de sus habitantes creando espacios de sombra, de encuentro y de descanso al aire libre.
Concebidos con el fin de sacar provecho al máximo de los espacios, el mobiliario empotrado ha ido cobrando cada vez más popularidad resultando una manera práctica de resolver las necesidades de sus habitantes. La capacidad de adaptación al espacio arquitectónico les permite a través de diversas configuraciones o materialidades satisfacer múltiples usos y funciones e integrarse en la arquitectura. Pero es interesante plantearnos la siguiente pregunta ¿es este tipo de mobiliario el que se adapta a los espacios residuales de nuestras viviendas o más bien puede convertirse en el protagonista y generador de los espacios que proyectamos?
Ya sea como cerramiento de un sistema constructivo en seco –como Steel frame o Wood frame, montándose sobre armazones constituidos por perfiles de acero o madera-, o como revestimiento exterior en obras construidas con sistemas tradicionales, la chapa acanalada se presenta como una opción ventajosa a la hora de materializar las terminaciones exteriores de un proyecto arquitectónico debido a su economía, su mínimo mantenimiento y su versatilidad, permitiendo materializar tanto cerramientos verticales como cubiertas.
Los patios interiores se caracterizan por ser zonas descubiertas, localizadas en el interior de los edificios y con sus perímetros delimitados por paredes o galerías. Estos espacios exteriores pero contenidos, cumplen en muchos casos un rol crucial en la configuración y organización de la planta de los proyectos. En ciertos casos pueden funcionar a modo de pulmón central, aglutinando los espacios en su perímetro. También pueden concebirse como elementos organizadores de los recorridos o como espacios articuladores, conectando y a la vez dividiendo los distintos sectores del proyecto.
Numerosas ventajas, tales como el ingreso de luz natural, la mejora de las condiciones de ventilación y la posibilidad de potenciar la conexión con la naturaleza sin que esto implique una pérdida de la privacidad, han generado que este recurso se transforme en una solución efectiva para muchos planteos arquitectónicos. Por este motivo, ofrecemos a continuación una selección de 15 proyectos en Argentina donde los patios interiores adquieren un gran protagonismo.
Los puentes y pasarelas son elementos de circulación horizontal que permiten establecer una conexión física entre los espacios interiores o exteriores de un proyecto para resolver su articulación y salvar, en algunos casos, los desniveles existentes entre los mismos. Estas estructuras suspendidas potencian las conexiones visuales entre los diferentes niveles y habilitan, a través de recorridos más dinámicos, la producción de secuencias intencionadas de encuadres.
En los proyectos de vivienda colectiva, apartamentos y conjuntos residenciales, las intenciones proyectuales respecto a las espacialidades o las atmósferas suelen concentrarse en los espacios donde los habitantes pasan la mayor parte de su tiempo: el interior de las unidades de viviendas y, de haberlo, los sectores de uso común –gimnasios, salones de usos múltiples, etc-. Los espacios de circulación, en cambio, son tomados como “zonas de paso”, por lo que muchas veces terminan respondiendo más a cuestiones funcionales que espaciales.
Operar en entornos urbanos genera que, en la mayoría de los casos, debamos tomar decisiones respecto a las preexistencias materiales. El incremento en la densidad de las ciudades ha afectado directamente en el porcentaje de espacio que se encuentra libre para desarrollar construcciones nuevas e independientes, dando lugar a debates entorno a qué posición debemos tomar frente al patrimonio construido que ha quedado obsoleto -por su detrimento o por no poder responder a las necesidades funcionales de la población contemporánea-. En situaciones donde las construcciones se encuentran demasiado deterioradas o los nuevos proyectos distan mucho de las posibilidades espaciales que un edificio antiguo puede brindar, conservar únicamente la fachada -a modo de envolvente exterior, casi como un elemento epidérmico- puede presentarse como una solución parcial que permite preservar, en parte, el carácter urbano de una obra si esta posee algún valor público o cultural. La controversia surge, por supuesto, de la falta de relación o vínculo entre el interior –transformado- y el exterior –conservado-.
Ahora que los balcones han adquirido una gran relevancia en todo el mundo al oficiar como plataformas para la dispersión y la interacción social en aquellas regiones donde la cuarentena obligatoria –medida impuesta en un gran número de países para frenar los contagios de COVID19- no permite que los habitantes abandonen sus apartamentos, es un tiempo oportuno para pensar en las herramientas que tenemos para diseñar y acondicionar estos espacios.
Si bien la construcción en piedra es una técnica constructiva ancestral, el potencial expresivo, las texturas, la eficiencia y la perdurabilidad en el tiempo de este material han fomentado su continua utilización a través del tiempo. La robustez, rusticidad, integridad y el gran abanico de tramas y variaciones que permiten generar, han producido que muchos arquitectos valoren a los elementos pétreos y los incorporen como recursos constructivos en sus proyectos.