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Arquitectos: Hitzig Militello arquitectos
- Área: 15 m²
- Año: 2020
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Ya sea como cerramiento de un sistema constructivo en seco –como Steel frame o Wood frame, montándose sobre armazones constituidos por perfiles de acero o madera-, o como revestimiento exterior en obras construidas con sistemas tradicionales, la chapa acanalada se presenta como una opción ventajosa a la hora de materializar las terminaciones exteriores de un proyecto arquitectónico debido a su economía, su mínimo mantenimiento y su versatilidad, permitiendo materializar tanto cerramientos verticales como cubiertas.
Los patios interiores se caracterizan por ser zonas descubiertas, localizadas en el interior de los edificios y con sus perímetros delimitados por paredes o galerías. Estos espacios exteriores pero contenidos, cumplen en muchos casos un rol crucial en la configuración y organización de la planta de los proyectos. En ciertos casos pueden funcionar a modo de pulmón central, aglutinando los espacios en su perímetro. También pueden concebirse como elementos organizadores de los recorridos o como espacios articuladores, conectando y a la vez dividiendo los distintos sectores del proyecto.
Numerosas ventajas, tales como el ingreso de luz natural, la mejora de las condiciones de ventilación y la posibilidad de potenciar la conexión con la naturaleza sin que esto implique una pérdida de la privacidad, han generado que este recurso se transforme en una solución efectiva para muchos planteos arquitectónicos. Por este motivo, ofrecemos a continuación una selección de 15 proyectos en Argentina donde los patios interiores adquieren un gran protagonismo.
En los proyectos de vivienda colectiva, apartamentos y conjuntos residenciales, las intenciones proyectuales respecto a las espacialidades o las atmósferas suelen concentrarse en los espacios donde los habitantes pasan la mayor parte de su tiempo: el interior de las unidades de viviendas y, de haberlo, los sectores de uso común –gimnasios, salones de usos múltiples, etc-. Los espacios de circulación, en cambio, son tomados como “zonas de paso”, por lo que muchas veces terminan respondiendo más a cuestiones funcionales que espaciales.
Operar en entornos urbanos genera que, en la mayoría de los casos, debamos tomar decisiones respecto a las preexistencias materiales. El incremento en la densidad de las ciudades ha afectado directamente en el porcentaje de espacio que se encuentra libre para desarrollar construcciones nuevas e independientes, dando lugar a debates entorno a qué posición debemos tomar frente al patrimonio construido que ha quedado obsoleto -por su detrimento o por no poder responder a las necesidades funcionales de la población contemporánea-. En situaciones donde las construcciones se encuentran demasiado deterioradas o los nuevos proyectos distan mucho de las posibilidades espaciales que un edificio antiguo puede brindar, conservar únicamente la fachada -a modo de envolvente exterior, casi como un elemento epidérmico- puede presentarse como una solución parcial que permite preservar, en parte, el carácter urbano de una obra si esta posee algún valor público o cultural. La controversia surge, por supuesto, de la falta de relación o vínculo entre el interior –transformado- y el exterior –conservado-.
Si bien la construcción en piedra es una técnica constructiva ancestral, el potencial expresivo, las texturas, la eficiencia y la perdurabilidad en el tiempo de este material han fomentado su continua utilización a través del tiempo. La robustez, rusticidad, integridad y el gran abanico de tramas y variaciones que permiten generar, han producido que muchos arquitectos valoren a los elementos pétreos y los incorporen como recursos constructivos en sus proyectos.
A la hora de diseñar locales gastronómicos, aspectos tales como la configuración de los espacios, la correcta distribución del equipamiento, la selección del material y la organización de las circulaciones, influirán notablemente en la percepción que los usuarios tendrán de los mismos. Si bien la eficiencia aparece como una búsqueda común en todos los proyectos, otras cuestiones como el vínculo con el espacio público, las atmósferas interiores o el grado de privacidad dependerán del destino particular de cada local y del público al que se encuentren destinados.
En los edificios destinados al desarrollo de actividades laborales, el correcto diseño de los espacios cumple un rol fundamental. La consideración de variables como la iluminación, la aislación sonora, la relación entre los puestos de trabajo o la altura de los espacios permite en muchos casos optimizar el rendimiento de las empresas garantizando, a la vez, el confort de sus usuarios. Los requerimientos específicos dependerán del destino del edificio, donde ciertas actividades requerirán de mayor concentración y otras, en cambio, precisarán de la interacción entre sus protagonistas, dando lugar al desarrollo de procesos colaborativos. La arquitectura deberá poder brindar soluciones a estos requerimientos considerando, incluso, la posibilidad de que las actividades se transformen a lo largo del tiempo.