El territorio latinoamericano envuelve una gran variedad de climas, atmósferas y temperaturas a lo largo de toda su extensión. En medio de paisajes boscosos, selvas o a orillas del mar, numerosos profesionales de la arquitectura deciden diseñar cabañas inmersas en entornos naturales buscando promover una mayor conexión con la naturaleza al alejarse de la ciudad. Si bien la experimentación con diferentes materiales y técnicas locales aporta una cercanía aún mayor a las tradiciones del sitio y una diferenciación distinguible entre las arquitecturas de cada región, la aplicación de innovaciones en tecnologías o nuevos materiales de construcción es capaz de brindar soluciones con mayor resistencia a los cambios climáticos y colaborar con el mantenimiento a corto y largo plazo, los tiempos de ejecución en obra, entre otras cuestiones.
En 1975, Honduras estaba bajo un régimen militar que había estado en el poder durante más de una década, liderado en ese momento por el General Juan Alberto Melgar Castro. Durante este período, Tegucigalpa experimentó varios cambios grandes y sin precedentes. La afluencia de personas de diversas partes del país debido a la migración rural transformó la ciudad de un área urbana compacta en una metrópoli en expansión. Este crecimiento inesperado llevó al gobierno a implementar un esquema de desarrollo y planificación municipal, un proyecto que definiría el futuro de la ciudad y la evolución de su casco antiguo. Este artículo fue desarrollado con la colaboración del arquitecto hondureño Lisandro Calderón, quien se especializa en Planificación Urbana y es actualmente profesor en la Universidad Tecnológica Centroamericana (UNITEC), ubicada en Tegucigalpa, Honduras.