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Arquitectos: Arkham Projects
- Área: 532 m²
- Año: 2024
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicada en una privada residencial al norte de Mérida, NIDO es una casa concebida para una nueva etapa de vida: un espacio de descanso y reunión familiar. Diseñada para generar una sensación de refugio y pertenencia, la vivienda prioriza la convivencia y la flexibilidad, permitiendo que los residentes puedan habitarla de manera íntima en el día a día, sin perder la amplitud y versatilidad necesarias para recibir a la familia extendida.
Desde su concepción, el proyecto buscó equilibrar privacidad y apertura. Su esquema responde a un terreno rectangular con orientación norte-sur, donde la fachada principal, más cerrada, se protege del asoleamiento del sur, mientras que las áreas sociales se abren al norte y al este, capturando los vientos predominantes y enmarcando la relación con la naturaleza.
El recibidor es un gran patio al aire libre, diseñado como un espacio de transición entre lo público y lo privado. Este patio, junto con el área social de doble altura, permite una configuración versátil: cerrada y climatizada para los días más calurosos, o abierta para integrarse por completo con la vegetación, generando un ambiente de terraza techada donde la ventilación cruzada crea confort térmico sin necesidad de aire acondicionado.
El family room es el corazón de la casa. Concebido como un espacio de reunión y descanso, puede unirse espacialmente con la recámara principal, reforzando la idea de un hogar flexible que se adapta a distintos momentos de la vida. La recámara principal, a doble altura, captura la luz del este en toda su dimensión, conectando visualmente con el patio y potenciando la sensación de amplitud.
Para optimizar la experiencia diaria, las habitaciones secundarias se ubican en la planta alta, permitiendo que la vivienda pueda ser recorrida principalmente en un solo nivel sin sentirse vacía, pues ambas habitaciones son para familiares que no residen en la casa, visitas.
Si bien el terreno no contaba con vegetación preexistente, la casa fue diseñada para establecer una fuerte conexión con la naturaleza. Desde el acceso, un gran álamo enmarca la llegada a través de un zahuán que actúa como primer umbral entre la ciudad y el hogar. Este gesto se refuerza con especies nativas como chakás y balchés, que no solo crean una barrera verde de privacidad, sino que evocan un sentido de arraigo al paisaje yucateco.
En cuanto a los materiales, se optó por el uso extensivo de un sustituto de chukúm, aplicado en muros y plafones para mantener una textura cálida y continua en todos los espacios. En las fachadas, la piedra Santo Tomás en formato pequeño rinde homenaje a su uso en décadas pasadas, estableciendo un diálogo sutil entre lo contemporáneo y la memoria de quienes habitan la casa.
La fachada principal, robusta y cerrada, busca generar un efecto de sorpresa al cruzar el umbral de acceso. Detrás de esta barrera inicial, la casa se abre por completo, desdibujando los límites entre interior y exterior, y permitiendo que la arquitectura funcione como un gran nido, un refugio diseñado para acoger y reunir.
