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Arquitectos: Madarq studio
- Área: 200 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Inu Lee

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Reimaginando el Estudio de Arquitectura como un Centro Comunitario
Ubicado en un barrio vibrante de Monterrey, el estudio Madarq redefine el concepto tradicional de estudio de arquitectura al transformarse en un centro dinámico de creatividad y participación pública. Concebido como un espacio abierto y orientado a la comunidad, el estudio de 200 metros cuadrados ocupa un local a nivel de calle en una zona de uso mixto, seleccionada por su potencial para fomentar la interacción. En respuesta a la escasez de bibliotecas públicas y espacios accesibles para estudiar o trabajar en México, el estudio abre sus puertas al público los fines de semana, invitando a cientos de personas a experimentar el diseño como una práctica compartida e inclusiva, y ofreciendo una alternativa vital para el aprendizaje y la colaboración comunitaria.


El recorrido del visitante comienza con un umbral de piedra local, un gesto que conecta al visitante con el entorno natural. En el interior, una entrada de techo bajo da paso a un volumen de doble altura, generando una sensación de revelación espacial. Este juego entre compresión y apertura, junto con una atmósfera luminosa, despierta la curiosidad y el deseo de explorar. La paleta de materiales —tonos beige y terrosos de vigas IPR expuestas, columnas de concreto crudo, acentos en acero inoxidable, mampostería y cálido roble— combina una autenticidad rústica con una calidez refinada. Puertas plegables retráctiles disuelven los límites entre el interior y la calle, integrando el estudio con el tejido urbano.

Junto al espacio de trabajo, una barra de café introduce un contrapunto distinto. Su cielo raso iluminado con LED proyecta ondas dinámicas de color que se reflejan sobre superficies terrosas, creando un juego sensorial de luz y textura. Utilizado por el equipo de diseño durante la semana, el café se transforma los fines de semana en un espacio público donde convergen la experimentación cafetera y el discurso arquitectónico. Esta integración atrae a cientos de visitantes semanalmente, superando con creces la afluencia habitual de un estudio, y fomenta un diálogo que vuelve el diseño más accesible.

El estudio trasciende la oficina de arquitectura convencional, funcionando como un centro dinámico que cultiva la inspiración y la conexión con la comunidad. Al compartir el espacio con el público, rompe barreras disciplinares y da forma a un entorno vibrante donde la creatividad y la vida cotidiana se entrelazan, inspirando experiencias colectivas que resuenan mucho más allá de sus muros.

