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Arquitectos: Juan Pablo Soto Arquitectos
- Área: 9500 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Albers Studio

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicada al surponiente de la capital de San Luis Potosí, la Torre Bona Dea es la primera etapa de un proyecto médico que constituye un equipamiento importante para una de las zonas más jóvenes de la ciudad. El programa consta de 90 consultorios distribuidos en doce niveles, un nivel de laboratorios y comercio especializado y un nivel de quirófanos ambulatorios en una extensión de 8,950 m2 construidos.

La organización del edificio de catorce niveles se basa en una herradura que abraza un gran patio. Ésta disposición nos permitió ubicar todos los espacios habitables hacia el exterior, procurándoles iluminación y ventilación naturales, así como vistas abiertas hacia la ciudad y el Parque Tangamanga, el segundo más grande de México.

El proyecto busca abrir conversaciones alrededor de varios temas importantes para nuestra oficina, entre los cuales está el cómo debería funcionar un espacio de trabajo en una época postpandemia, asumiendo nuevos códigos y formas de entender y utilizar los espacios, la generación de estrategias para una densificación responsable y la organización de una estructura vertical que se aleje de los arquetipos convencionales de esta tipología. Uno de ellos es la visualizacion de una torre como una mera repetición de "plantas tipo" apiladas una sobre otra repetitivamente y sin relación entre sí, lo cual anula las posibilidades de interacción entre sus habitantes y limita dramáticamente las potencialidades de un proyecto vertical.


La torre, destinada a albergar médicos de especialidades diversas, busca contribuir a la formación de una identidad colectiva a través de un gran espacio público y común, el patio lobby que se dilata a través de los trece niveles de consultorios. Este gran vacío interior elimina las jerarquías y revela cómo funciona y se organiza el edificio en torno a él.

La materialidad del edificio busca contribuir con el sentimiento de comunidad del proyecto. La unidad básica de toda la composición (la pieza de ladrillo) es clara y las posibilidades de su trabajo conjunto se manifiestan a lo largo de toda la edificación, demostrando que no importa la escala ni la complejidad del proyecto, puede ser construido con métodos artesanales. El trabajo conjunto de cada pieza construye el todo.

Y es la mano del artesano la que se manifiesta en la materialidad del edificio con dignidad y fuerza, percibiéndose el objeto desde el exterior como un monilito sólido y compacto que, inspirado en la escultura de Isamu Noguchi y Eduardo Chillida, se abre hasta el interior mediante dos grandes grietas estratégicas que recorren la totalidad de la torre y permiten que el edificio respire, dotando el gran espacio interno de aire fresco que se intercambia continuamente de manera natural y lo conectan además con la ciudad. La percepción del objeto al cruzar el umbral cambia radicalmente. Al interior la sensación de pesadez se disuelve en el gran espacio vacío que recibe al usuario y lo acompaña en cada parte del edificio.


La Torre fue recientemente reconocida con Mención de Honor en la pasada Bienal de Arquitectura Regional de la FCARM












