
En esta colaboración, originalmente publicada en la revista Arquine no. 75, la autora Jimena Hogrebe nos expresa, desde una perspectiva objetiva y exenta de la organización, una recapitulación de lo que ha acontecido en la escena mexicana referente a la participación nacional en la próxima Bienal de Venecia, las preguntas que surgen en el contexto actual y de lo que se espera del resultado del pabellón mexicano.
Una vez más llegó ese año en el que Venecia se convierte en el receptáculo de un aglomerado arquitectónico efímero, de un muestrario que muchos no saben bien para qué sirve, pero del que están pendientes con la esperanza de encontrar respuestas o, al menos, nuevas preguntas. Llegó 2016 con la producción en marcha para la 15° Bienal de Arquitectura de Venecia. Una vez más una estrella está “reportando desde el frente”, para usar las palabras que Alejandro Aravena eligió como título para esta edición. El llamado busca una muestra que, más que arquitectura de autor, contenga una arquitectura de lucha que exista por haber sorteado el sistema a pesar de las dificultades. Una arquitectura cuya historia exitosa valga la pena contar y que haya roto fronteras por el bien social. El tema ha sonado atractivo por la posibilidad de descansar un rato del star system y abordar la arquitectura desde otras trincheras; aunque también ha llamado la atención por el que pareciera ser un creciente interés de lucrar con lo marginal (por lo que Aravena y otros han sido cuestionados).
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