Mall o Mal en la ciudad de Castro: una herida irreparable, ¿Cómo podríamos aprender?

foto de @gerardovallep via twitter

Los arquitectos Eugenio Ortúzar y Edward Rojas (( Edward Rojas (55) es Arquitecto Universidad de Chile y radicado en Chiloé desde hace 30 años. Ha recibido numerosas distinciones por su desempeño profesional, académico, artístico y cultural con además una vasta experiencia en el trabajo de la madera dentro e la Isla.)) han compartido con nosotros la siguiente carta, que busca poner en el debate la construcción del nuevo Mall en Castro (ver noticia publicada el año pasado), el cual ha tenido a toda la comunidad arquitectónica debatiendo desde que se revelaran algunas fotos el día de ayer. En ella exponen su preocupación por los proyectos de este tipo, que pasan a llevar el escaso patrimonio construido chileno y en los que el contexto es dejado totalmente de lado con un fin económico.

Como arquitectos, ¿Cuál es nuestra palabra frente a esto? ¿En qué estamos fallando para que este tipo de proyectos se sigan construyendo?

A continuación la carta relacionada a este polémico proyecto.

Carta escrita por los arquitectos Eugenio Ortúzar y Edward Rojas.

Usuario Flickr Williamhdez. Used under Creative Commons

Hay un dicho que dice “las experiencias son personales”, no basta ver los errores en los vecinos, sino que hay que vivirlos en carne propia para ilustrarse de ellos. Cuando se trata de un tema urbano, de intervenciones en la ciudad, ese problema queda impreso en la retina de la ciudad, por años, décadas y generaciones, marcando verdaderas heridas urbanas evidenciando de paso, problemas en nuestra sociedad, que la ciudad refleja, como lo es esta era del lucro.

Hace unos años hemos visto como a lo largo de nuestro extenso país, los Malls, han facilitado un espacio de pasatiempo y de consumo, pero junto a ello han generado importantes problemáticas urbanas y culturales, algunos ejemplos de ellos los podemos ver en la costanera de la ciudad de Puerto Montt, y recientemente en la ciudad Puerto de San Antonio, en donde los desaciertos de diseño quedan a la vista. Pareciera que los ejemplos mundiales de cómo hacer y emplazar un centro comercial a gran escala, no existiesen, como tampoco la experiencia práctica de los ejemplos nacionales.

Así entonces la experiencia se vuelve personal, donde cada ciudad y municipio debe lidiar con proyectos inmobiliarios inadecuados, impertinentes, dispuestos a invertir el dinero y tiempo que sea necesario para consolidarse.

Como en las peores pesadillas, el turno ahora fue para la ciudad de Castro, una de las tres ciudades más antiguas del país, capital provincial del archipiélago de Chiloé. Para quienes la conocen y no la han visitado este último año, quedarán perplejos cuando la vean y encuentren que ya no es la misma ciudad agraciada de madera, que no sobrepasaba los cuatro pisos de altura como es tradicional en los poblados de Chiloé, para que su majestuosa Iglesia San Francisco, Patrimonio de la Humanidad, eleve sus dos esbeltas torres góticas por sobre la ciudad.

Ya que hoy, como una maquiavélica y mala película de ciencia ficción, la Iglesia San Francisco, la ciudad de Castro y sus alrededores, ven como un gigantesco y grotesco edificio, sin respeto por el patrimonio y la identidad cultural de Chiloé y sus habitantes, invade el paisaje rompiendo el skyline tradicional de la ciudad. Al llegar a ella desde el norte, de Castro Alto, o desde el mar, es la mole del Mall la que nos recibe. Un Mall que ha hecho el mal de romper la escala de la ciudad, minimizado el Patrimonio de la Humanidad en forma tangible y de manera intangible reemplazando el símbolo religioso por el símbolo del consumismo.

Y lo que es tanto o más grave que el impacto urbano que involucra su construcción en pleno damero del casco histórico de la ciudad, es el impacto vial que augura un descalabro de considerables proporciones, lo que va a significar la pérdida de la calidad de vida de esta bella ciudad provinciana. Además del impacto cultural y económico de proporciones que se avecina y donde no se entiende que este enorme edificio no considere salas de cine, que es tal vez el único aporte cultural significativo que el Mall podría haber hecho.

Las preguntas saltan a la vista, como lo han señalado preocupados visitantes Chilenos y extranjeros: ¿Qué ha ocurrido aquí?, ¿Quién promovió esto?, ¿Quién regula esto?, ¿Quién aprobó esto?, ¿Quién es el responsable de este error? O el preguntarse, en qué están los profesionales que perpetraron esta mole o por simple exclamación, dónde está la ética profesional, ya que este proyecto se ha construido con múltiples irregularidades administrativas, como lo es estar construyendo un edificio totalmente distinto al proyecto presentado y aprobado por la Dirección de Obras Municipales, el que consideraba un edificio de solo cuatro pisos, dos de ellos de bodegas y 149 estacionamientos con los cuales no se requería estudio de impacto vial. En la realidad se han construido siete pisos y 300 estacionamientos lo que obliga a dicho estudio para poder aprobar lo edificado, en tanto esté dentro de las normas que permite el plan regulador de la ciudad. Hoy a pesar de tener orden de paralización de las obras, estas continúan.

Por otro lado el terreno en el cual se emplaza el Mall, es un terreno céntrico, en el casco histórico de la ciudad, con una vista privilegiada al Estero de Castro, condiciones completamente erradas para el emplazamiento de un Mall, el cual no necesita vista, ni menos emplazarse en el casco fundacional de la ciudad, pudiendo haber sido un aporte urbano fuera de ella.

Contradictoriamente sobreviven en la costanera de la ciudad, los palafitos, construcciones únicas, íconos de la arquitectura de Chiloé, verdaderos sobrevivientes al desarrollo de gran valor cultural y de identidad, hoy en día en abandono, y en completo desamparo jurídico por la desidia de las autoridades.

A partir de este ejemplo de lo que no se debe hacer, de cómo no se debe intervenir en la ciudad, es perentorio que esto no vuelva a ocurrir, ya que el llamado “progreso de la ciudad” no puede ir en contra de un desarrollo sustentable de sus habitantes y sus espacios urbanos en una ciudad patrimonial y de madera. Y para ello es necesario el estudio de un nuevo Plan Regulador, que resguarde la identidad Chilota y el paisaje humano y natural de la isla enfrentada hoy a los desafíos de ser uno de los destinos turísticos más relevantes del siglo XXI.

Así entonces, frente a este mal consumado surge la pregunta, ¿cómo puede el Mall generar mitigaciones, a la ciudad y a sus habitantes que van a tener que aprender a vivir con él?

Edward Rojas y Eugenio Ortúzar Müller / Arquitectos Castro, verano del 2012

Fotografía Vía Twitter @gerardovallep / Vía Flickr, Usuario Williamhdez

Sobre este autor/a
Cita: José Tomás Franco. "Mall o Mal en la ciudad de Castro: una herida irreparable, ¿Cómo podríamos aprender?" 01 mar 2012. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/02-142193/mall-o-mal-en-la-ciudad-de-castro-una-herida-irreparable-como-podriamos-aprender> ISSN 0719-8914

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