GG_Nueva arquitectura del paisaje latinoamericana

Editorial Gustavo Gili nos presenta una de sus ultimas novedades, edición que ” explora la relación entre paisaje y arquitectura a través de más de veinte ejemplos actuales latinoamericanos, con el fin de demostrar la interacción entre ambas disciplinas. Se presentan arquitecturas que, por un lado, estén menos basadas en la concepción objetual que preserva la realidad de un planeta asolado y, por otro, un paisaje modificado y domesticado.”

Leemos de la introducción “Entre el suelo y el cielo, o memoria cultural e invención en los paisajes latinoamericanos contemporáneos” de David Leatherbarrow

‘Recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el cuerpo, volver al punto de partida‘. Octavio Paz, El cántaro roto, 1955.

La arquitectura del paisaje contemporánea en Latinoamérica merece llamarse moderna mucho más que la de cualquier otro lugar -la de Norteamérica o la de Europa, por ejemplo- porque el enfoque inaugurado hace ya un siglo, al comienzo del período moderno, aún sigue siendo convincente en estos países. Esta observación no merma ni la originalidad ni la relevancia del proyecto actual, sino que postula que la obra de las últimas dos décadas continúa con lo mejor de una tradición que ha supuesto la transformación radical de la arquitectura del paisaje. Una indicación clara de esta continuidad fue la casi completa negación del enfoque ‘posmoderno’ en Latinoamérica. Los proyectistas de Brasil, México, Colombia y otros países cercanos no adoptaron nunca la estilización historicista tan de moda en muchos otros países, ni tampoco abandonaron los temas del movimiento moderno: sus progresistas ambiciones sociales, su aceptación de nuevas formas de construcción y nuevos materiales, y la búsqueda de formas, que no conllevaba la asimilación a los viejos estilos en decadencia.

Una de las razones para no hacerlo fue evitar que esta asimilación significara la restauración de los emblemas de la autoridad colonial. Algunos historiadores han sostenido que el estilo moderno también fue una importación, una serie de ideas o motivos que debían ‘asimilarse’ o ‘absorberse’. Tal afirmación es errónea por dos razones: por un lado, el estilo no era ni es el tema principal en el proyecto de los paisajes y edificios modernos; y, por otro, el movimiento moderno en Latinoamérica no fue simplemente una ‘importación’ del exterior, sino que sus ‘comienzos’ fueron matizados, en algunos casos anticipados, por desarrollos locales, y particularmente se apartaba de las ideas de orden establecidas desde tiempos de la conquista. Pienso especialmente en el comienzo del movimiento moderno en México o en Brasil. La ruptura con el poder colonial marcó una particular modernidad en Latinoamérica, quizás más decisiva que la ruptura con la tradición en Europa y Estados Unidos.

Pero el proyecto moderno no se liberó de la memoria histórica. Un tópico frecuente sobre la mejor explicación de la tradición moderna es que este movimiento hacia delante fue paradójicamente impulsado por un movimiento hacia atrás. Le Corbusier, por ejemplo, desvió su atención hacia la arquitectura de la antigüedad griega y romana al establecer las bases para la nueva arquitectura, comparando las mil maravillas del Partenón con un automóvil. Del mismo modo, tanto Adolf Loos como Frank Lloyd Wright definieron lo que ellos entendían por arquitectura moderna haciendo referencia a los precedentes autóctonos. En una ocasión, Loos dijo que él era un arquitecto moderno que construía a la manera de los antiguos. Este repliegue/avance también ocurrió en los países latinoamericanos, donde los proyectistas creyeron que un retorno a sus bases culturales radicales proveería al movimiento moderno de bases estables. Consideremos la búsqueda de una arquitectura mexicana en los textos y la obra de figuras como Juan O’Gorman, Max Cetto y Luis Barragán, o, en Brasil, las obsesiones por las formas vernáculas contraídas por Lucio Costa.

Al observar la ininterrumpida continuidad de la tradición moderna a lo largo del siglo xx y hacia el siglo xxi, se está apuntando a una historia que absorbió, pero que no inició ni rompió, otras tradiciones. Los paisajes contemporáneos de Latinoamérica constituyen los ejemplos más recientes del enfoque moderno, lo que significa que permanecen, tal como Jürgen Habermas observó hace años, como ‘un proyecto inacabado’.

¿En qué consiste esta tradición?, ¿cómo se pone de manifiesto ‘lo moderno’ como ‘proyecto inacabado’? Obviamente, el estilo de los edificios y paisajes modernos fue diferente a lo que existía anteriormente, pero en la obra de los proyectistas más reflexivos, las soluciones formales siempre estuvieron ligadas a inquietudes más amplias. La imaginería moderna a menudo significó procesos de modernización social, unos procesos que eran más evidentes en las áreas urbanas, donde los cambios sociales sucedían rápida e irreversiblemente. En las décadas centrales del siglo xx, las nuevas formas que representaban los nuevos modelos de vida pública fueron muy manifiestas en la obra de Roberto Burle Marx en Venezuela y en Brasil. Lo mismo puede observarse en los proyectos de paisajes de un buen número de arquitectos: Max Cetto en México, Rogelio Salmona en Colombia o Carlos Villanueva en Venezuela. Lo significativo de entonces permanece hoy: la expresión y dar cabida a modelos culturales modificados. Sin embargo, querría enfatizar que tal continuidad implica un diálogo fructífero tanto con el compromiso hacia lo heredado como con la divergencia de sus manifestaciones. Las mejores obras actuales no repiten viejos modelos ni ratifican las expectativas del statu quo, sino que avanzan por un camino aún no transitado.

Una asombrosa característica de muchos de los proyectos que se presentan en esta publicación es el papel que desempeñan las diferentes artes en el proyecto de paisajes contemporáneos (diseño de jardines, land art, escultura, arquitectura, conservación, etc.). La coordinación entre múltiples contribuciones resulta sorprendente y da lugar a la pregunta de cuáles son las bases sobre las que se establece dicha integración. Utilizando la lógica, debe existir una condición no disciplinar, o previa a la disciplina, si se quiere que la coordinación entre las artes no sea jerárquica. Tal condición sería previa a la especialización y no el resultado de la integración. Topografía es el nombre que me gustaría dar a este paisaje predisciplinar, que claramente es un indicio de tierra, pero también de inscripción de un patrón cultural como potencial práctico para la redefinición. Mucho de lo que quiero decir tiene que ver con los medios a través de los cuales se logra la ‘redefinición’ topográfica, es decir, las estrategias, las técnicas o los medios por los que se han re-trabajado los lugares con intenciones contemporáneas. Ilustraré todo esto con cinco estrategias: re-programación, re-naturalización, re-configuración, re-utilización y re-articulación. (…)’

Copyright del texto: sus autores Copyright de la edición: Editorial Gustavo Gili, SL

Índice de contenidos

Introducción Entre el suelo y el cielo, o memoria cultural e invención en los paisajes latinoamericanos contemporáneos por David Leatherbarrow Paisaje latinoamericano por Miquel Adrià

Obras y proyectos Germán del Sol. Hotel Remota, Patagonia, Chile Alberto Varas. Parque de la Memoria, Buenos Aires, Argentina Paula Fierro. Granja de la Infancia, Rosario, Argentina Carlos Barrado, Mónica Bertolino. Granja, Córdoba, Argentina Felipe Uribe. Crematorio Rituales, Guarne, Colombia Gabriel Orozco. Casa observatorio, Oaxaca, México Tatiana Bilbao. Jardín Botánico, Culiacán, México Luis Zárate. Jardín Etnobotánico, Oaxaca, México Gilberto Borja. Patios del Arte, playa del Carmen, México Pezo Von Ellrichshausen. El Cielo en la Tierra, Concepción, Chile Smiljan Radic. Casa Pite, Papudo, Chile JPRCR + Planb. Orquideorama, Medellín, Colombia Kees Van Rooij. Casa Mayor, Ciudad de México, México Wanted/Michele Adriàn, Paula Meijerink. Jardín de Asfalto, Métis, Canadá Jerónimo Hagerman. Bosque a Escala, Cuernavaca, México Juan Grimm. Parque Chiñihue, Chile Ambiente Arquitectos Asociados. Conjunto residencial Lomas del Pedregal, Ciudad de México, México Rosa Grena Kliass. Mangue das Garças, Belém, Brasil Ruth Alvarado, Cynthia Watmough. Club de playa La Honda, Ancash, Perú Jerónimo Gabayet. Valle Sagrado, Tepoztlán, México Teresa Moller. Punta Pite, Papudo, Chile Lorenzo Castro, Juan Camilo Santamaría. Parque del Agua, Bucaramanga, Colombia Mario Schjetnan. Bosque de Chapultepec, Ciudad de México, México GHBF Estudio. Intervenciones en un parque, El Cazador, Escobar, Argentina Vila, Sebastián, Vila y Asociados. Dos parques en Puerto Madero, Buenos Aires, Argentina

Biografias

Colección : 2G Dossier

144 pp 30 x 23 cm Rústica english/español

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Sobre este autor/a
Cita: Carlos J Vial. "GG_Nueva arquitectura del paisaje latinoamericana " 02 jun 2009. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/02-19971/gg_nueva-arquitectura-del-paisaje-latinoamericana> ISSN 0719-8914

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