Mejor Investigación IX BIAU 2014: El orden de lo imprevisible

Premiada como la Mejor Tesis de Magister PUC 2013 y Premio Mejor Trabajo de Investigación IX BIAU 2014, en "El orden de lo imprevisible. La estructura de sucesos en 5 casas del s.XX", el arquitecto Damián Plouganou postula que la casa es adoptada en los años veinte del siglo pasado -y probablemente por primera vez en la historia- como principal de acción y experimentación de la disciplina arquitectónica "como germen de una arquitectura moderna que introduce el interés particular por modificar radicalmente la configuración utilitaria de los espacios domésticos".

Recorriendo cinco casas históricas del siglo pasado, Plouganou considera que "la fuerza que el concepto moderno de función posee resulta tan grande que impacta aún hoy en los modos de habitar la casa contemporánea: ¿qué vida imagina el arquitecto en el espacio que proyecta?"

Después del salto, los invitamos a leer El orden de lo imprevisible.

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El siguiente artículo está basado en la tesis de Magister de Arquitectura “El orden de lo imprevisible. La estructura de sucesos en 5 casas del s.XX”, realizada entre Julio del 2012 y Agosto del 2013 por Damián Plouganou, guiada por el profesor Horacio Torrent, en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Premio Mejor Tesis de Magister PUC 2013 y Premio Mejor Trabajo de Investigación IX BIAU 2014.

Que el modo en que se habita pueda ser resultado directo de un orden arquitectónico proyectado y establecido, y que muchos de los hechos significativos que conforman el habitar en una casa -los sucesos- se desprendan justamente de este orden puede parecer una afirmación obvia. Aún así, no implica que se reflexione sobre ello con frecuencia, tratándose de un tema constituyente en la disciplina. La fuerza que el concepto moderno de función posee resulta tan grande que impacta aún hoy en los modos de habitar la casa contemporánea: ¿qué vida imagina el arquitecto en el espacio que proyecta?

A partir de los años veinte, y probablemente por primera vez en la historia, la disciplina adopta la casa como principal campo de acción y de experimentación -lo cual seguirá viéndose reflejado a lo largo del siglo- como germen de una arquitectura moderna que introduce el interés particular por modificar radicalmente la configuración utilitaria de los espacios domésticos, ya que, según el acuerdo tácito de autores como Lleó, Morales, Ábalos, y principalmente Rybczynski, desde el medioevo, la organización funcional de la casa se constituye a través de hábitos y costumbres que quedan por fuera del campo de acción del arquitecto. El proyecto moderno implica la propuesta de un modo de vida en el cual los hechos significativos que la conforman son albergados e impulsados por la misma arquitectura. Aunque posterior -Tschumi, Kipnis- la idea de suceso cabe dentro de la concepción de la casa en la arquitectura moderna; por la misma propuesta de habitar que quiebra la continuidad de la historia a través de una discusión temprana que deriva, según Adolf Behne (1), en el “contenedor neutral” por un lado y en el “instrumento funcionalista”, por otro.

El suceso se presenta como ruptura, como acción significativa, a caballo entre el evento, entendido como acción planificada, y el accidente, como hecho fortuito; límite que es más bien una frontera ambigua, ya que todo suceso posee algo de accidental y de planificado, y se mueve en una amplia gama de posibilidades difícilmente reductibles a la razón, con una condición de quiebre que le permite distinguirse, filtrarse, de la cotidianidad. La sorpresa e imprevisibilidad son sus constantes, y las mismas colocan al suceso en un posición cercana, pero a la vez incómoda, frente a la condición de permanencia que sugiere todo marco arquitectónico. La desviación que supone el suceso con respecto al habitus (2) -que impregna de cotidianidad la organización de las actividades de la casa- siempre se encuentra cercada por los márgenes viables del mismo espacio arquitectónico. La noción de suceso se adopta como interpretación de este replanteo de los modos de vida domésticos que nace como resultado de un proyecto de arquitectura que interfiere y modifica la organización de las actividades de la casa heredada de la historia.

“Planta”, de la serie “Heliografías”, 1980. Image © León Ferrari

Dentro del marco del proyecto de arquitectura, el suceso es una acción que, antes que en una realidad verificable, yace en la imaginación del arquitecto. El suceso es una acción proyectada, una acción que aún no existe, y en esa operación nace un sentido de habitar que contiene a su vez un orden arquitectónico. Ésta es la estructura de sucesos, que en palabras de Kipnis implica “todas las actividades sociales y eventos casuales, deseados o no, que se representan y que están condicionados por un entorno arquitectónico” (3) .Si bien esta estructura no es una tipología, sí se acerca, como el panóptico foucaultiano, a un tablero de juego que conduce interesadamente las libertades, a través de la manipulación de elementos básicos de la arquitectura, como el suelo, el muro y el techo. Es en el estudio y en la representación de esta misma estructura, en una serie de casas a lo largo siglo XX, donde se propone la conceptualización de los sucesos, por medio de herramientas de representación propias de la disciplina.

Collage. Image Cortesia de Damián Plouganou

En los dos polos constituyentes de la arquitectura moderna: la idea de determinación, en la Casa Baensch de Hans Scharoun y la de indeterminación, en la Casa 50 x 50 de Mies. La determinación, que se desprende del funcionalismo, tiene que ver con la ordenación de todas las componentes al servicio de la utilidad, sustituyendo la tradicional composición formal por una composición interna, orgánica; el resultado sería un instrumento que respondería específicamente a las actividades y movimientos desarrollados en el interior, logrando un espacio puramente vital, exento de cualquier arbitrariedad formal impuesta.

En el polo opuesto, la indeterminación supone el contenedor que permite una libertad ilimitada de organización interna, un refugio mínimo de techo constante, sólo intensificado por la diversidad de actividades posibles en él. Ambas estructuras suponen modos distintos, opuestos, de interceder en el habitus tradicional: ya sea en la definición completa de cada acción en pos de un utilitarismo cabal, o en la incertidumbre que otorga el llevar al extremo la libre elección de las situaciones.

Determinación. Casa Baensch. Hans Scharoun. Image Cortesia de Damián Plouganou
Indeterminación. Casa 50 x 50. Mies van der Rohe. Image Cortesia de Damián Plouganou

Si en la arquitectura moderna la interferencia con los hábitos todavía mantiene la esperanza humanista de alcanzar el modo más adecuado de organización funcional, ya para la segunda posguerra, al menos en lo que refiere al canon disciplinar, la misma noción de función deja de ser central en la discusión. No obstante, sigue siendo ensayada de un modo experimental por actores alternativos, haciendo que la noción de estructura de sucesos pueda identificarse de un modo más completo: en el despliegue de módulos espaciales indeterminados, de la Casa La Ricarda de Antonio Bonet; en la extensión de la circulación, que ordena cada ambiente doméstico, en la Casa en Pirque de Cristián Valdés; o en la fragmentación y dislocación de cada elemento del programa en la casa de Sou Foujimoto. En estas experiencias, el sentido de habitar que se otorga a cada estructura ya no procede de un único relato, como en la arquitectura moderna. La re-configuración de los ambientes sociales urbanos que estudian Van Eyck o los Smithsons, del cual el esquema de la Ricarda es deudor; la indagación personal de los movimientos de la casa, que lleva a Cristián Valdés a proponer su “ley del uso”; o la propuesta de Foujimoto de una separación de lo utilitario, en pos de una recobrada confianza en la intuición primitiva del hombre, que lo podría llevar a habitar intersticios de un modo no convencional; son propuestas de organización que, dado el marco de dispersión de la posmodernidad, aparecen desde el lugar más recóndito.

Despliegue. Casa La Ricarda. Antonio Bonet. Image Cortesia de Damián Plouganou
Extensión. Casa en Pirque. Cristián Valdés. Image Cortesia de Damián Plouganou
Dislocación. Casa antes de la casa. Sou Fujimoto. Image Cortesia de Damián Plouganou

No debieran interpretarse estas estructuras al modo de tipologías, ni mucho menos de modelos. Se trata de configuraciones espaciales que no dependen necesariamente de su forma, de su tamaño, ni de su programa. Son capaces por sí mismas de generar un sentido de habitar; de establecer un orden para la vida desde una visión específica, interesada, que pretende
transformar la noción de hábito hasta volverla parte del proyecto, parte de la imaginación del arquitecto.

La estructura de sucesos. Estudio de suelos, muros y techos.. Image Cortesia de Damián Plouganou

Un aparato espacial diseñado con la intención de catalizar sucesos conlleva aún la enorme posibilidad de fallar en su acción, tanto por una mala lectura de las condiciones culturales y los modos de vida, como por la miríada de parámetros incognoscibles que día a día modifican el modo en que las personas interactúan con el espacio, con la arquitectura. El sueño ya viejo y aparentemente inalcanzable de diseñar el espacio correcto que acoja la vida de las personas podría aún estar en pie, pero probablemente debiera abrirse a otras posibilidades que se acerquen un poco más a la enorme complejidad del hábitat. Aún así, persiste el argumento paralelo en el cual la arquitectura se mantiene incapaz de proponer opciones liberadoras para los modos de vida ya arraigados que, a lo largo del tiempo, van siendo construidos por la misma
sociedad. Pensándose de este modo, el arquitecto puede mantenerse inmiscuido en otras problemáticas de la disciplina, mientras observa perplejo cómo, en innumerables situaciones, el espacio sigue siendo el principal protagonista en la confección de ciertos modos de relaciones sociales.

El suceso, dentro del marco disciplinar supone, a fin de cuentas, una valoración por parte del arquitecto, del proyectista, sobre lo que se considera importante remarcar en el hábitat de las personas; esto lo separa definitivamente de la función, la cual, antes que en la valoración se basa en la resolución objetiva. El suceso es entonces definido a partir de una elección del proyectista, sobre una acción o situación que merezca ser atendida o bien impulsada por la arquitectura; elección que supone una postura frente una idea determinada de habitar, plausible de ser afrontada mediante la arquitectura. Se plantea así la posibilidad de que los mismos elementos arquitectónicos, manipulados con un sentido que los sustente, establezcan un orden para las actividades, un orden para el hábitat; una apuesta a potenciar desde el proyecto la aparición de mayores y más variados sucesos.

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1 Ver Adolf Behne, La Construcción Funcional Moderna, Ediciones del Ser-bal, Barcelona, 1923
2 Ver Pierre Bourdieu, Esquisse d’une theorie de la pratique, Droz, Genève, Paris, 1972
3 Jeffrey Kipnis, “El último Koohaas”, en Revista El Croquis No 79, Madrid, 1996

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Damián Plouganou, nacido el 30 de octubre de 1982 en Rosario, Argentina, es arquitecto por la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario y Magister de Arquitectura por la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha trabajado en docencia e investigación en ambas universidades y desarrollado su carrera profesional de modo independiente y como integrante en diversos estudios de arquitectura, en Argentina y Chile.

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Sobre este autor/a
Cita: Damián Plouganou. "Mejor Investigación IX BIAU 2014: El orden de lo imprevisible" 24 oct 2014. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/756049/mejor-investigacion-ix-biau-2014-el-orden-de-lo-imprevisible> ISSN 0719-8914

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