
La siguiente columna es del Arquitecto Méxicano Eduardo Cadaval (Cadaval & Solà-Morales), quien de una manera muy lúcida reflexiona acerca de como expandir los límites de nuestra profesión. Un tema que nos preocupa más que nunca hoy, cuando la educación sigue la tradicionales estructuras de formación en un mundo donde el conocimiento, las economías y las tecnologías cambian más rápido que nunca.
Por Eduardo Cadaval. (Fuente el PortaVOZ)
Hace no mucho tiempo una conversación informal con un compositor musical me ayudó a entender con mayor claridad algunas de las debilidades que considero afectan a la arquitectura. En aquella ocasión mi amigo compositor se quejaba amargamente del estado de su profesión, de la pérdida de su relevancia y del riesgo de su desaparición; pero sobretodo de las pocas salidas profesionales que en la actualidad incluso él apenas tenía. Acorralado en la academia, sin una verdadera vocación por ella, enseñaba una profesión que no podía ejercer y buscaba algunas oportunidades en “gente que pudiera entender lo que él realmente hacia“. Al ver la dificultad con la que intentaba explicar la importancia de lo que él llamaba “música culta“, era fácil intuir que parte del problema estaba en la propia disciplina. Al escucharlo era imposible no encontrar paralelismos con la arquitectura y con cómo ésta se ha encerrado cada vez más en su ámbito disciplinar hasta convertirse en casi inaccesible.