El íntimo trabajo de diseñar una casa

Diseñar una casa no es tarea fácil. Se trata de un proyecto de íntima importancia para el cliente, además de ser lo suficientemente pequeño para que cada gesto tenga un impacto significativo. Si se cuenta con la participación de los clientes en el proceso de diseño, puede resultar en un espacio mágico. El arquitecto y autor Duo Dickinson describe en este artículo de opinión su experiencia con un proyecto de este tipo, observando el trabajo con ojos claros y una visión del futuro. Este artículo fue publicado originalmente por Dickinson en su blog Saved by Design.

Al diseñar un lugar, tal vez hace ocho años, primero llevé a mi cliente a una serie de proyectos que yo había construido. Es un ser humano muy reflexivo, para él, las desiciones no son reacciones, son reflexiones y deducciones. Después de ver estos proyectos, respondió con gran entusiasmo que uno de ellos albergaba un interior que él, y su compañero, amarían.

Proseguimos con el diseño, nos tomó un año de ida y vuelta, pero todo marchaba bien y comenzó la construcción. El exterior conservó su magia, a pesar de mi intimidad con su esencia.

Pero el interior tuvo que esperar una ausencia planificada de un año por parte del constructor. Visité este lugar remoto y, a petición mía, lo dejaron solo en el sitio, transitando por el interior crudo e intacto. Las horas se pasaron revisando los dibujos que había traído con los interiores de marcos ásperos. Estaba en el resplandor de un exterior que parecía tener vida propia, más allá de mi difícil comprensión.

Y sabía que había cometido una serie de errores en los juicios sobre el diseño interior aún sin terminar.  Pero le tenía mucho amor al proyecto que había diseñado en total acuerdo con mis queridos clientes queridos, mismo que les había encantado.

Pero al seguir ese modelo estético, había perdido la magia. El interior propuesto fue un homenaje creativo y astuto a la casa que había visto, que fue una adaptación a la casa en la que estaba. Esa casa tenía una vida de gracia activa en términos de forma, sitio, espacios, interiores y exteriores, e hice la proyección errónea de lo que había visto. Ese modelo de diseño de interiores fue muy agradable, y simplemente lo adapté, me limpié las manos después de unos meses de cuidadosos detalles y me fui.

Hasta que vi, en tiempo real, lo que esas realidades habrían significado para esta casa.

El diseño original era correcto: lo vieron, les gustó y a mí también. Fue defendible. Les gustó lo que había hecho después de todo, no imité a nadie. Me imité a mí mismo, un error.

Mi error fue evidente en el silencio de mi confrontación con lo que era. Tuve que ofrecerme a arreglarlo. Ofrecí mostrarle a mi cliente, y ahora amigo, lo que el interior podría ser, lo que para mí debía ser. Él aceptó y luego, al ver lo que sabía que era la esencia de la casa alimentada y nacida en su interior, acordaron gastar el dinero extra para rediseñar los detalles interiores.

Y funcionó

El error definió la belleza de la casa que ya había diseñado. El error, sin corregir, habría sido totalmente defendible, agradable, para algunos no tan diferente. Pero estaba equivocado. Hice lo correcto, ignorando por qué lo hacía. El silencio reveló ese error y creo que ese silencio fue el que reveló la verdad.

Fue así que pude ver más, sentir más, la realidad era bastante obvia porque siempre había estado en mí y la belleza del exterior llenaba mis ojos. No pude racionalizar mi esfuerzo anterior. No podía justificarlo ante mi cliente, porque era, de hecho, justificable. Estaba en lo correcto.

Pero era incorrecto. No era la magia y la belleza del lugar por lo que definí mis gestos proyectuales. Me equivoco todos los días, supongo que todos lo hacemos. Pero la belleza de la vida es, para mí, lo que nos rodea, lo que hacemos, lo que se nos revela no solo como justificable o defendible, sino también como hermoso.

La frustración agotada de tratar con un nuevo hijo es tan errónea e imposible de evitar. Ahora, aquí, 25 años después, veo eso en el silencio de nuestro hogar. Solo en el silencio puedo ver el exquisito poder de los bebés que vi brevemente, intermitentemente, mientras me encontraba en el medio de una paternidad enfurecida.

Me equivoqué al no verlo pero no pude percibirlo. Eso no significa que no debiera haberlo visto. No pude percibir esa belleza hasta que me alejé un poco de ella.

A menudo es más difícil saber que estás equivocado en lugar de solo defenderlo. Es más caro cuando la base de mi vida es hacer las cosas lo mejor que puedes, pero eso no significa ganar dinero. O definiendo el éxito como algún remolino social profesional. Es más difícil saber que el silencio es inevitable.

Y eso se tiene que escuchar.

Sobre este autor/a
Cita: Dickinson, Duo. "El íntimo trabajo de diseñar una casa" [The Intimate Work of Designing a Home] 03 oct 2018. ArchDaily México. (Trad. Arellano, Mónica) Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/903170/el-intimo-trabajo-de-disenar-una-casa> ISSN 0719-8914

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