Conoce las esculturas de Ivan Kurov que exploran la naturaleza y transformación del espacio

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Mediante la escultura y el dibujo, Ivan Kurov (Ciudad de México, 1982) explora la naturaleza y la transformación, en sus definiciones más amplias. Si en la primera estudia las propiedades químicas del material y la física del objeto, sus cuadros
enmarcan la confrontación entre el paisaje orgánico y la intervención de la arquitectura humana. Para Ivan, el arte pleno es aquél que se logra al margen de la intención discursiva, cuando el hacer de las manos sobre el material sucede sin la mediación de un concepto. Así, sus piezas emergen de la autonomía de los procesos y de la materia en la libertad de su esencia. El resultado es espontáneo, fluye, como la plática del artista.

© Zaickz Moz

Él se autodenomina marginal –haciendo referencia al art brut– por mantenerse fuera de la escena actual. Lejano de la vorágine comercial y las convenciones, se identifica más con lo outsider. Así lo hizo desde el principio. Tras sus estudios en el CEDART Diego Rivera, Kurov hizo la licenciatura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, precisamente durante el periodo de cambio de la carrera de Artes Plásticas a la de Artes Visuales. Aunque las tendencias tecnológicas y conceptuales tomaron mayor fuerza en el plan de estudios, Iván se ancló a la formación práctica de línea más tradicional.

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Sobre su trayectoria, es posible señalar tres fases creativas. Primero, una bajo la influencia de José Luis Sánchez Rull, quien fue su profesor y de quien legó un estilo recargado y violento que se expresó en dibujos narrativos de gran escala. Luego, la que él llama su etapa apropiacionista, en la que, emancipado del maestro, se acerca de propia mano a autores como Antoni Tàpies y William Hogarth, para conjuntar la mixtura técnica de uno con el sentimiento crítico del otro y llegar a un carácter estético propio.

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Actualmente, Ivan Kurov se ha volcado a la escultura y el trabajo bidimensional de representación abstracta. “Lo explícito acorrala”, piensa, por lo que en sus dibujos priman formas –quizá sólo impresiones– que sugieren volcanes, árboles y estructuras-raíces, en un ritmo escheriano de fractales sin matemáticas de fondo. Prefiere trabajar con pluma fuente, pues así logra un trazo continuo que da rienda suelta a la voluntad de los materiales. “La pintura con pincel se siente interrumpida”, dice mientras pone el disco Statea de Murcof y Vanessa Wagner. En su camino, el artista ha generado un proceso que combina la superposición de elementos y la intervención de todos los planos del soporte.

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Mientras que su estilo pictórico se expresa en cuadros de vinil recortado sobre papel con veladuras en óleo, pintura –sobre y debajo– planchas de acrílico y monocromáticos mapamundis ficticios; el moldeado de sus piezas responde a las ideas del arte povera: recuperación, ensamblaje y resignificación de objetos naturales y cotidianos. Además del juego con lo opaco y las transparencias, la cromática de su obra suele discurrir del ocre al negro y de éste al blanco, pero cuando se lanza sobre los
colores prefiere la intensidad que alcanza la tinta serigráfica. En estos casos las brochas y espátulas en sus trazos recuerdan a German Venegas.

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De texturas orgánicas y detalladas, las esculturas de Kurov podrían hablar de aldeas de un mundo distópico, casi primitivo; de un futuro truncado en derrumbes y raíces expuestas. Sin embargo, él explica sus piezas como el resultado de la experimentación constructiva en otra escala, del juego con el espacio, con la naturaleza y la reacción espontánea de la cerámica, la porcelana y el barro. Y, bajo este mismo entendido, es que Ivan convierte también la luz y la sombra en
materiales de la composición.

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Pararse frente a uno de sus dibujos a gran escala, es como quedar frente a una pantalla donde se transmite un sueño. Uno propio, no de el artista. Sus trazos largos presentan un mundo interior tan abierto que bien puede ser el de cada espectador. Un paisaje en llamas que arde bajo el incendio propio, esa catástrofe que todos llevamos dentro. Aunque explícitamente la figura humana no está representada en sus piezas, el carácter introspectivo de ellas habla de la relación del hombre con el mundo, de la presencia y afectación que cada individuo imprime sobre el entorno natural. Y es ahí donde radica su fuerza.

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Ivan Kurov ha sido becario del FONCA y ha continuado su formación en la Casa del Lago y el Centro Multimedia del CENART. Su obra ha estado en exposiciones colectivas dentro y fuera de México: "Polifonía sondable", Casa de cultura de Oaxaca (2004), "Inter-Méx", Perú (2005), Encuentro Nacional de Arte Joven (2007), "Gallery not gallery", edificio Basurto (2009) y en las galerías Distrito 14 (2010), La Brújula (2016) y Marte 221 (2018). Y, de manera individual, ha presentado "Reconstrucción del complejo A", Casa de cultura de Pachuca, Hidalgo (2009), “Outsider City”, Distrito 14 (2013) y “Ciudades Imaginarias”, Embajada de España en México (2014). Además de que dibujos suyos fueron publicados en los libros Round de Sombra de Abraham Cruzvillegas y Rock, mi religión de Dan Graham.

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Sobre este autor/a
Cita: Fernanda Escárcega. "Conoce las esculturas de Ivan Kurov que exploran la naturaleza y transformación del espacio" 24 abr 2019. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/915778/conoce-las-esculturas-de-ivan-kurov-que-exploran-la-naturaleza-y-transformacion-del-espacio> ISSN 0719-8914

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