Entendiendo el rol actual de la cocina como lugar de convivencia, ocio y experimentación en la vivienda, el diálogo entre tecnología y arquitectura adquiere relevancia al aportar movimiento, adaptabilidad y flexibilidad a espacios domésticos. Si bien las cocinas representan la esencia de diferentes culturas preservando desde recetas antiguas y procesos hasta herencias y tradiciones, la arquitectura de estos espacios da lugar a integrar desde acabados de materiales innovadores hasta tecnologías invisibles combinando resistencia, eficiencia energética y diseño.
Detrás de capas de yeso, pintura y acabados se encuentra una intrincada red de tuberías, conductos eléctricos, vigas y otros elementos estructurales que hacen funcionar y mantener en pie un edificio, pero que permanecen invisibles a la mirada cotidiana. Dentro de estas capas, se acumulan trazas de diferentes períodos: sistemas reemplazados, adaptaciones improvisadas y soluciones técnicas que alguna vez respondieron a contextos y urgencias específicas. En la reutilización adaptativa, el mayor desafío a menudo comienza incluso antes de que comience la construcción, que es entender qué hay dentro cuando existe poca o ninguna documentación confiable. Durante una renovación, sorpresas agradables o desagradables son inevitables. Lo inesperado es parte del proceso, pero también representa costos, retrasos y factores de riesgo que generalmente desaniman a inversores y profesionales de participar en este tipo de proyectos.