
La arquitectura jamás dejará de buscar la funcionalidad, pues en ella reside uno de sus principios esenciales. A esta condición se suman factores como la estética y la operatividad, que también influyen en la valoración del diseño contemporáneo. Con el tiempo, el concepto de funcionalidad ha evolucionado, extendiéndose más allá de la resolución y la eficiencia, vinculándose con la creación de experiencias. Así, la calidad de un ambiente depende tanto de su diseño como de la forma en que sus elementos y sistemas se articulan para generar una experiencia global de habitar. Innovar, en este sentido, implica concebir entornos fluidos e intuitivos, donde cada componente contribuya a que la vivencia sea natural y segura, algo especialmente relevante en espacios de uso cotidiano como los baños.

