Vivienda Social en Latinoamérica: Urbanismo como liberación frente a la imagen irreal de casa deseable

Continuando con la serie de artículos sobre el estudio de la vivienda social en Latinoamérica, Nikos A. Salingaros, David Brain, Andrés M. Duany, Michael W. Mehaffy y Ernesto Philibert-Petit presentan en esta ocasión una reflexión sobre la imagen irreal que tienen las personas de una casa deseable y la importancia de tomar en serio sus aspiraciones. Revisa las primeras publicaciones y el nuevo artículo, a continuación.

1 - Diseño capaz de establecer 'pertenencia emocional'
2 - Antipatrones de la vivienda social latinoamericana
3 - Geometría de control
4 - Biofilia, conectividad y espiritualidad
5 - Utilizando el trabajo de Christopher Alexander
6 - Estrategias de construcción para la vivienda social
7 - Ejemplos de patrones y códigos generadores
8 - Estrategias de diseño
9 - Secuencia de diseño
10 - Sugerencias prácticas para la realización de proyectos exitosos
11 - La necesidad de materiales adaptables
12 - Centrarse en la pequeña escala
13 - Trabajar con o eludir el sistema
14 - Estrategia de mantenimiento
15 - 22 Pasos para generar vivienda social
16 - Herramientas para un diseño y reparación eficientes
17 - Problemas y soluciones

18 - Urbanismo como liberación

La imagen tecnológica de la modernidad

Contrario a los hábitos de muchos diseños y planeaciones modernistas, las necesidades físicas y psicológicas no deben entenderse en términos de cantidades abstractas, sino en términos de una capacidad de respuesta adaptada localmente a las necesidades y los deseos. Los individuos vivos las experimentan como parte de una comunidad viviente. El proceso alternativo propuesto aquí puede aplicarse generalmente para lograr soluciones de diseño no estandarizadas y vivas — vivas por que están conectadas, localmente arraigadas y habitadas con el espíritu así como con el cuerpo.

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Casa Original. Image © Pedro Kok

Es muy fácil reconocer la diferencia entre morfologías orgánicas e industriales basándose en la percepción de su complejidad. Aquí presentamos tres criterios que cualquiera puede utilizar:

  • (a) La geometría en todas las escalas, desde el proyecto entero hasta los detalles de dos milímetros, ¿son complejos (variados, únicos), o simplistas (vacíos, repetitivos)?
  • (b) ¿Existen transiciones de escalas grandes a pequeñas que generalmente no tienen vacíos abruptos?, o, si existen transiciones abruptas, ¿terminan con geometrías más complejas en la siguiente escala? 
  • (c) Si la geometría es visualmente compleja ¿la forma crece y se adapta a las necesidades humanas físicas y psicológicas, o es una complejidad de “alto diseño” arbitraria e impuesta?

Estos tres criterios sirven para distinguir el tejido urbano vivo de la forma industrial muerta (el tercer criterio es más difícil de aplicar cuando no se tiene experiencia).

Paradójicamente el segmento de la sociedad (tales como intelectuales progresivos y activistas que promueven causas sociales) más interesado en ayudar a la gente pobre es también el que, por razones políticas e ideológicas, inocentemente asume que las soluciones deben ir de acuerdo a la “imagen tecnológica de modernidad”. No pueden pensar mas allá de las seductoras imágenes del siglo XX que están dentro del paradigma militar/industrial. La sincera creencia en las promesas de liberación hechas por los ideólogos modernistas no toma en cuenta que estas formas y geometrías son básicamente inhumanas. En contraste, aquellos individuos privilegiados que pueden pagar por la creación de un ambiente vivo cálido (y saben cómo implementarlo) lo hacen principalmente por ellos y generalmente se despreocupan de la situación de los pobres.

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Casa en Vila Matilde / Terra e Tuma Arquitetos Associados. Image © Pedro Kok

La imagen irreal que tiene la gente de una casa deseable

Existe otro punto a discutir que puede sabotear a las mejores intenciones de hacer vivienda social humana. Este es, la imagen que un residente potencial tiene de “la casa mas bonita del mundo”. La gente tiene imágenes deseables aunque sean opuestas a lo que realmente necesitan.

La mercadotecnia se dedica a convencer a la gente de consumir lo que no necesita; de gastar su dinero en cosas frívolas o dañinas en vez de en comida saludable, medicina y educación. De la misma forma nuestra cultura propaga imágenes artificiales de casas “bellas” en la mente de los ciudadanos pobres hasta en los rincones rurales más alejados. Cuando un individuo migra a la ciudad, se esfuerza por conseguir la casa que corresponde a la imagen de sus sueños. Seguramente esta imagen chocará con las tipologías de vivienda adaptable.

Como arquitectos y urbanistas estamos compitiendo constantemente contra un universo de imágenes e ideas que se validan con propiedades icónicas en vez de validarse con contribuciones a los ambientes adaptables vivos (Alexander, 2001-2005; Salingaros, 2006). La percepción humana del espacio construido se guía por valores no específicos y sutiles. Es una batalla frustrante, porque la gente tiene una mala imagen de lo que es bueno o saludable. La arquitectura vernácula maravillosamente adaptable se identifica con un legado del que la gente pobre esta tratando de escapar. Están huyendo del pasado y su misterio. La gente originaria del campo rechaza las tipologías tradicionales de construcciones rurales: desean abandonar los símbolos del campo y todas sus restricciones y huir hacia la ciudad “liberadora”. Una nueva casa con ese estilo provocaría profunda desilusión. Proveer de vivienda humana, por lo tanto, va en contra de la “imagen de modernidad”.

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Casa en Vila Matilde / Terra e Tuma Arquitetos Associados. Image © Pedro Kok

Un campesino que se muda del campo a una favela, o alguien nacido ahí no deseará verla reparada: deseará desesperadamente mudarse lo antes posible a un departamento de clase media. La favela no representa la “imagen de modernidad” más aceptada, por el contrario, lleva consigo un estigma social. Para un residente de la favela, escapar de la pobreza significa escapar de la geometría de ésta. Esta idea se refuerza con la transformación drástica de la geometría que se observa en las casas de nivel medio. Estas residencias tienden a ser complejos modernistas de departamentos o casas seudo-tradicionales aisladas y rodeadas por pasto y una cerca. Estas imágenes insípidas de modernidad dominan el pensamiento de la gente pobre, que las adquiere de programas de televisión y otros medios de mercadotecnia.

Un proyecto nuevo de vivienda social que sea exitoso en nuestros términos inevitablemente recordará tipologías urbanas y arquitectónicas locales tradicionales, simplemente por que éstas han evolucionado de las necesidades humanas más adaptables. Esta remembranza, sin embargo, lo condena a no tener una imagen de progreso. Muchos residentes esperan ver sus casas nuevas construidas bajo la “imagen de modernidad”, definida por las casas de los ricos y famosos alrededor del mundo.

Las casas y oficinas de estilo modernista high-tech se muestran constantemente en películas y programas de televisión junto con sus millonarios habitantes. Los pobres aspiran a este sueño. Por otro lado los aristócratas millonarios que viven y trabajan en mansiones coloniales ya no son vistos como modelos a seguir gracias a que su imagen se asocia con el pasado pre-modernista y con un orden político conservador. Esto es una lástima, por que las tipologías de edificios del siglo XIX muchas veces contienen gran parte de la herencia arquitectónica de un país y ofrecen soluciones adaptables que no tienen nada que ver con alguna clase social o política. (La gente olvida que el estilo tecnócrata ahora representa el dominio económico global de la elite poderosa).

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Casa en Vila Matilde / Terra e Tuma Arquitetos Associados. Image © Pedro Kok

Tomando en serio las aspiraciones de las personas

Como se dijo anteriormente, creemos que el problema es inevitablemente cultural en su naturaleza. Nos parece que el punto crucial de este asunto es la valoración — en cómo la comunidad valora sus opciones y luego toma decisiones de acuerdo a ellas. O, propiamente, es cuestión de que se establezca un sistema inteligente (que se auto corrija y aprenda) de toma de decisiones colectivas. Entonces nuestra tarea no es solo ofrecer opciones sino también ofrecer un marco de trabajo (o varias opciones de marcos de trabajo) en el que se puedan tomar decisiones a través del tiempo.

Si los residentes escogen la definición de “salud” en términos reducidos a los mercados monetarios entonces concluirán que lo óptimo será allanar el terreno y colocar edificios altos con una gran-caja-supermercado al lado. Si tienen una definición a largo plazo sobre “valor” — que incluye nociones sutiles y no menos vitales de “calidad de vida” — entonces tendrán bases para determinar y modificar su ambiente construido de forma más compleja, más interrelacionada y más orgánica. Esto es, por supuesto, lo que una cultura tradicional es y hace, por definición.

Esta simple noción de “bienestar” en reducidos términos de mercado monetario no es capaz de distinguir el sutil proceso de la vida. Por esta razón no puede combinar los recursos “de arriba hacia abajo” como la dotación de “cuartos húmedos” (cajas de concreto que contienen un baño y una cocineta con fregadero), o camiones llenos de materiales de construcción, con recursos “de abajo hacia arriba” como la gente trabajando en la construcción de su propia casa, economías locales de pequeña escala o códigos generativos adaptados.

Es crucial combinar los métodos “de arriba hacia abajo” y “de abajo hacia arriba”, lo que requerirá un enfoque integrador complejo más que una aplicación lineal de recursos y soluciones de una sola variable. Este es un problema complejo, multi-variable, de auto organización y complejidad organizada y requiere un conjunto de herramientas distinto a aquél con el que la gente esta acostumbrada a trabajar.

¿Cómo hacer para tomar en serio las aspiraciones de la gente sin necesariamente eliminar lo que podrían ser deseos manipulados para impulsar la adopción de valores irremplazables a largo plazo por ganancias perecederas a corto plazo? Como hemos observado en un contexto económico modernista las culturas tradicionales son desafortunadamente muy vulnerables a esta clase de tratos. Como consejeros profesionales tenemos el deber de tomar seriamente sus aspiraciones, pero también tomar seriamente sus necesidades a largo plazo, aunque ellos no las consideren realmente. No debemos actuar por ellos — esto sería arrogante — sino lograr conversaciones con ellos en donde como profesionales planteemos las opciones ante ellos de forma mas completa y mas conectada.

Lo que para nosotros resulta obvio no es necesariamente considerado como positivo por la mayoría de la población. Un planteamiento como este sería lógico y considerado fuera de peligro si surgiera de un proceso colaborativo que estuviera, en su mayoría, en manos de los residentes locales. Necesita surgir de su tradición vernácula. De otro modo, existe un riesgo real de que un esfuerzo como este se considere presuntuoso y condescendiente. Existe un balance muy delicado entre el respeto de la cultura local (que muchas veces es cultura de pobreza — en un sentido, el urbanismo de todos los días) y el reconocimiento de las aspiraciones dentro de esa cultura (y de los individuos) para algo que imaginan que puede ser mejor.

Muchas veces la gente necesita aprender a apreciar lo que ya tiene (como sus capacidades, su bienestar, la belleza de sus adaptaciones o circunstancias culturales particulares). Esto es lo más urgente desde que tenemos una cultura global que se ha dedicado en gran medida a provocar en la gente un hambre por conseguir los bienes que no tienen. Por ejemplo, estamos conscientes de la tendencia de las comunidades de bajos recursos por ser partidarios de las grandes-cajas-supermercado. Si tratamos de evidenciar todos los serios problemas creados por estas grandes-cajas-supermercado como resultado de la forma construida y del modelo económico, la gente podría acusarnos de racismo: “¿Por qué no quieren que tengamos lo que todos los demás ya tienen?”

Es un asunto muy delicado cuando se trabaja con gente que vive en la pobreza — ¿cómo lograr respetar cuando es debido y al mismo tiempo reconocer que las cosas podrían ser mejores, sin ofender? Requiere de un proceso que relacione la energía creativa y la auto-confianza de la cultura local.

Traducción al Español de Nuria Hernández Amador, revisada por Ernesto Philibert Petit. (Los autores utilizan el término “modernismo” para significar el movimiento moderno en la arquitectura — N.del T.)

Presentado por N.A.S. como discurso de apertura en el Congreso Ibero-Americano de Vivienda Social en Brasil, Florianópolis, 2006.

Bibliografía

  • Christopher Alexander (2001-2005) The Nature of Order: Books One to Four (Center for Environmental Structure, Berkeley, California).
  • Nikos A. Salingaros (2006, 2014) A Theory of Architecture (Sustasis Press, Portland, Oregon). Algunos capítulos han sido traducidos en Español. http://zeta.math.utsa.edu/~yxk833/ATOA-online.html

Sobre este autor/a
Cita: Nikos A. Salingaros, David Brain, Andrés M. Duany, Michael W. Mehaffy & Ernesto Philibert-Petit. "Vivienda Social en Latinoamérica: Urbanismo como liberación frente a la imagen irreal de casa deseable" 30 nov 2019. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/928397/vivienda-social-en-latinoamerica-urbanismo-como-liberacion-frente-a-la-imagen-irreal-de-casa-deseable> ISSN 0719-8914

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