Entrevista a Miguel Lawner, el arquitecto de la UP

En Chile hoy se conmemoran los 40 años del Golpe de Estado y Plataforma Arquitectura ha querido participar recordando este acontecimiento a través de la publicación de obras de arquitectura que han sido testigo y caja de resonancia de este acontecimiento. Pueden revisar nuestros posts dedicados al Centro Cultural Gabriela Mistral que a principios de los 70 fuera construida como la sede de la Tercera Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo (UNCTAD), y el Museo de la Memoria que busca dar visibilidad a las violaciones a los derechos humanos cometidas entre 1973 y 1990. Pero además han sido protagonistas fundamentales de este período de la historia reciente de Chile, arquitectos que participaron en el desarrollo de nuestras ciudades poniendo en práctica su profesión en coherencia con un espíritu social, político y colectivo.

A continuación los dejamos con un extracto de la entrevista al arquitecto Miguel Lawner realizada por Ana Rodriguez para la edición especial de los 40 años del Golpe de Estado de la Revista The Clinic:

Para el día del Golpe, Miguel Lawner era director ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano, CORMU, designado directamente por Allende. Entre 1970 y 1973, la CORMU construyó 158 mil viviendas sociales, incluyendo proyectos habitacionales para el Ejército, y Lawner estableció una relación con los militares que hizo que, al momento de caer preso, lo despacharan a la Escuela Militar, donde estaban agrupando a los altos dirigentes de la UP. Por eso lo mandaron a Isla Dawson, dice.

ARQUITECTURA Y BIEN COMÚN

Con la dictadura se derrumbaron muchas cosas del proyecto de la UP. ¿Cómo resumiría lo que significó en la arquitectura y en la vivienda para el país? 
- Los cambios que incorporó la dictadura en todo el ámbito de actividades productivas o de servicio fueron feroces, radicales, un cambio del cielo a la tierra, total. En el campo de actividades nuestras, construcción, arquitectura, vivienda, urbanismo, desde comienzos del siglo XX hasta el término del gobierno nuestro, variaron, es cierto, las políticas, pero hubo un hilo conductor en los cuales el Estado asumió la responsabilidad de la vivienda social y lo fue haciendo más efectivo. Cualquiera que hubiera sido el signo del gobierno, algunos con más éxito que otros. Nosotros culminamos eso con una obra magnífica, la cantidad de conjuntos que hicimos y que persisten hasta el día de hoy es admirable. Todo eso se acabó. Fue un proceso, no de una plumada, de a poco fue culminando y desgraciadamente la Concertación conservó prácticamente tal cual las políticas impuestas por la dictadura. No hay ninguna posibilidad de conciliarlas, porque las políticas de todo el siglo XX hasta el golpe militar estuvieron inspiradas por el propósito de buscar el bienestar de la población, el bien común, y en eso el Estado jugó un rol muy fundamental. Todo eso se cambió entregando a la iniciativa privada toda la responsabilidad, tanto en el ámbito del desarrollo urbano como la vivienda. No hay ninguna posibilidad de que eso vele por el bien común de la comunidad. Las catástrofes en nuestras ciudades son demostrativas de eso.

Usted participó de proyectos emblemáticos como la villa San Luis de Las Condes, por ejemplo.
- El esfuerzo que nosotros hicimos por acabar con la segregación social fue maravilloso. No tiene sentido que el acceso al suelo esté solamente para el que tiene recursos, eso es inaceptable. Es lo que genera la ciudad que tenemos ahora, con puntos como los Bajos de Mena, y varios otros lugares de la Región Metropolitana en los cuales los niveles de segregación social urbana son inaceptables. Este modelo ha llegado a un nivel de desigualdad que se expresa físicamente en la ciudad, mientras tienes 120 mil personas hacinadas en Bajos de Mena. No hay ninguna posibilidad de encontrar una solución mientras subsista este criterio. Así como afortunadamente las movilizaciones juveniles han puesto en descubierto y han hecho evidente que el lucro en la educación es algo inaceptable, nos falta a nosotros, en el ámbito nuestro, señalar que el lucro en vivienda como en salud es igualmente inaceptable. Y el Estado tiene la obligación de recuperar sus atribuciones en ese campo.

Cortesía de Nicolás Verdejo

Como lo que está pasando ahora en la villa San Luis, hay ocho familias resistiendo para mantener el paño, que es uno de los más caros de Santiago. Algunos pretenden mantenerse en la comuna porque han vivido toda su vida ahí.
- La aspiración de los sin casa de permanecer en sus comunas es absolutamente legítima. ¿por qué hicimos nosotros San Luis?, porque la cantidad de familias sin casa que había en la comuna de Las Condes era gigantesca, estaban todos agrupados al borde del río Mapocho, y su frente de trabajo fundamentalmente era la comuna. Trabajaban como choferes, empleadas. ¿Por qué vas a mandarlos a La Pintana? Nosotros acabamos con la especulación del suelo urbano, y la Cormu era dueña del fundo San Luis, no había razón para no hacerlo. Además les hicimos departamentos dignos que no tendrían por qué avergonzar a nadie. Sobrevive un sector al otro lado de Manquehue que está perfectamente bien, aun cuando están seducidos por una inmobiliaria que les ofrece por uno de los paños 100 millones de pesos a cada uno y en el otro, 180 millones.

¿El ideal de la arquitectura como agente del cambio social se esfumó?
- Claro.

Es lo que pasó también con el terremoto. En Talca, por ejemplo, se cayó el centro histórico y se están llevando a la gente a las periferias.
- Exactamente.

La llamada “ciudad neoliberal”
- Mira, no se puede hacer nada que no sea bajo la conducción del Estado. Puede ser el municipio o lo que sea. En la CORMU establecimos lo que se llamaron las sociedades mixtas, que era la CORMU asociada con algunos municipios. Eran sociedades destinadas al desarrollo urbano en general, pero estos eran instrumentos más flexibles. Cuando vino el terremoto de Tocopilla, escuché a Bachelet decir, “habrá subsidio para todos”. Y escribí una carta abierta a Michelle Bachelet. Porque con esa política, esto que tú estás diciendo es una realidad: el centro histórico se va a las pailas. Entonces el camino es actuar solo con grandes empresas constructoras que resuelvan el problema, que solicitan grandes paños de terreno con el objeto de que puedan hacer 500 viviendas de un viaje, que son el negocio de ellos. En Tocopilla, Bienes Nacionales le entregó un terreno al norte de la ciudad y al sur a dos empresas, ahí se hicieron los grandes conjuntos y toda la gente que quería permanecer en el centro histórico recibió el subsidio, pero uno que otro ha podido – teniendo recursos propios- resolver su situación manteniendo la locación, el resto no hay caso. Entonces tienes el centro tugurizado y tienes dos grupos infames anónimos que incluso ya empiezan a ser vandalizados, porque no son muchos los que se han ido para allá. Se empiezan a apropiar grupos de delincuentes, drogadictos, que le hacen la vida imposible a la gente. Dime, ¿por qué? No es posible. Si tú tienes un instrumento, por ejemplo una sociedad mixta del Serviu con la municipalidad de Puente Alto haces un proyecto con la gente. Pero como no hay nadie que haga eso porque los ministerios quedaron desmantelados, no tienen departamentos técnicos, la solución está en pasarles el papel, y que cada uno se las arregle con una constructora, que si te ofrece un producto en 400 UF te advierto que no invierte más de 150. Es un modelo hecho no para el bienestar de la gente.

Portada del libro "Memorias de un arquitecto obstinado"

¿Cómo ve el futuro de Santiago? No solamente está la gente que están mandando a la periferia, también está el centro, el llamado “barrio de renovación urbana”, con esas torres nuevas tremendas, cajas de fósforos, que yo me imagino serán futuros guetos.
- Yo creo que eso no va a poder continuar así. Los niveles de descontento y de resistencia de la comunidad ante estas agresiones son cada vez mayores, ya las inmobiliarias no se las llevan tan baratas. Esto es bocato di cardenale, realizable, la remodelación de todo el cordón que hay entre el distrito central de Santiago. Todo lo que se construyó en los años cincuenta y setenta, cuando se produjo la inmigración del campo a la ciudad, que fue en parte importante construido a base de tomas de terreno, la mayoría en uno o dos pisos de altura, que está en tiempo absolutamente legítimo y razonable de ser remodelado. Ahí hay dos caminos. O lo haces como está ocurriendo, que llega una inmobiliaria, elige terrenos próximos a un punto estratégico, ofrece cualquier cantidad de dinero seductor a estas familias, levanta una torre de treinta pisos y arruina el barrio. O lo haces sobre la base de organizar a la gente, discutir cómo podemos renovar en beneficio y no en perjuicio de la población. Eso es un desafío maravilloso. Las presiones de la Cámara Chilena de la Construcción que dice que no hay terrenos en Santiago, es una pamplina. Son justamente para permitir que nuevamente se produzcan estos grandes paños, para poder hacer estos proyectos a escala que les interesan. Tú puedes absorber el crecimiento de Santiago para los próximos veinte años trabajando en este cordón que está en las comunas de San Ramón, San Joaquín, Conchalí, Quinta Normal, Estación Central, Renca, que aparecen como densificadas ahora. Las pinzas, con muy baja densidad. Podrías hacer construcciones de un promedio de cuatro pisos de altura como lo hicimos nosotros en la Tupac Amaru o Mapocho Bulnes, maravilloso. Trabajando con la gente y ellos tienen la prioridad absoluta para ocupar los nuevos departamentos. Absorbería el crecimiento de la ciudad sin necesidad de extender las vías de transportes, autopistas urbanas.

Para revisar la entrevista completa puedes ir al siguiente enlace:
http://www.theclinic.cl/2013/09/10/miguel-lawner-el-arquitecto-de-la-up/

Sobre este autor/a
Cita: Pola Mora. "Entrevista a Miguel Lawner, el arquitecto de la UP" 12 sep 2013. ArchDaily México. Accedido el . <https://www.archdaily.mx/mx/02-291787/entrevista-a-miguel-lawner-el-arquitecto-de-la-up> ISSN 0719-8914

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