A medida que los países en África emergieron del colonialismo a mediados del siglo XX, muchos expresaron sus identidades independientes a través de la arquitectura. Este proceso continúa varias décadas después, ejemplificado por varios nuevos museos en África Occidental, recientemente completados o en proyecto. Aunque varían en propósito y forma, tienen algunos objetivos comunes: abordar la necesidad de restitución de muchos artefactos tomados durante el colonialismo y que en su mayoría se mantienen en museos europeos; y definir un museo con identidad local en oposición a una importación no contextual.
El ruido de las conversaciones superpuestas, las luces intermitentes de una cartelera, los pasos apresurados en la acera y el constante martilleo de una obra cercana: los espacios públicos a veces se perciben como entornos donde los estímulos se acumulan y con frecuencia nos sobrepasan. Cada persona percibe y responde a estos impulsos sensoriales de manera distinta, y reconocer la neurodiversidad significa comprender que algunos individuos requieren más tiempo para adaptarse, recorridos a ritmo más lento o interacciones más graduales con su entorno. Estos encuentros plantean preguntas fundamentales sobre el espacio público contemporáneo: ¿cómo puede acoger la diversidad de formas en que las personas lo perciben y lo habitan? ¿Cómo podemos imaginarlo como un espacio que abraza todas las maneras de experimentarlo?
Grupo de construcción para Circo-lô en la Asociación IDE, en Botucatu | SP. Foto: Tomaz Lotufo
Históricamente, las primeras universidades del modelo contemporáneo fueron implantadas en Europa como instituciones orientadas a la formación de élites para servir al Estado y a la Iglesia, y no para promover la emancipación social. Con el avance del capitalismo, se consolidaron como espacios privilegiados de producción y reproducción de la cultura occidental moderna. Sin embargo, a partir de la década de 1960 —especialmente después de las revueltas estudiantiles de mayo de 1968—, el énfasis académico se volvió hacia valores relacionados con el mercado, reemplazando los ideales humanistas y críticos. Las ciencias humanas perdieron espacio, mientras que las áreas técnicas pasaron a ocupar un lugar central, muchas veces alejándose de la reflexión crítica sobre el impacto social de sus prácticas.
¿Qué es la arquitectura? Para algunos, su función tradicional es reunir imaginación, conocimiento técnico y capacidad de resolución, permitiendo a los arquitectos proyectar y construir mientras equilibran las ideas con los medios para llevarlas a cabo. Desde la piedra y la madera de las primeras construcciones hasta el acero y el hormigón del siglo XX, cada época exigió no solo comprender la forma, sino también las propiedades y el potencial de los materiales empleados. Este dominio de los materiales siempre ha sido una parte esencial del proceso creativo, aunque su alcance estuvo limitado por los saberes y las tecnologías disponibles.
Con el tiempo, ese equilibrio ha comenzado a cambiar. Los arquitectos han pasado de limitarse a utilizar materiales a diseñarlos activamente, aplicando principios científicos y experimentando con procesos biológicos, químicos y computacionales. Esta evolución ha ampliado las posibilidades de la arquitectura, entrelazando naturaleza, tecnología y arte, mientras impulsa el rol del arquitecto hacia una dimensión más experimental y guiada por la ciencia, en la que la manipulación y creación de materiales se convierten en el núcleo del acto creativo y no solo en un medio para alcanzar formas o estructuras.
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Cortesía de Cortesía de La Feria De Diseño Medellín
Hacer preguntas es el primer paso para cuestionar lo que damos por hecho y abrir nuevas posibilidades para planear y construir. Estas preguntas, valiosas por sí mismas, adquieren mayor fuerza cuando se comparten y se examinan desde diferentes perspectivas. Al intersectar con las experiencias de profesionales y marcas, tejen miradas que enriquecen la discusión. Las ferias y eventos de diseño en todo el mundo se han convertido en espacios donde estas conversaciones cobran impulso, favoreciendo las conexiones y fomentando dinámicas colaborativas. En este panorama, Colombia se ha consolidado como un punto de encuentro, funcionando como plataforma que impulsa la arquitectura y el diseño en Latinoamérica y el Caribe, al tiempo que proyecta la voz de la región en el escenario global.
Comayagua es una ciudad en el centro de Honduras ubicada en un valle del mismo nombre. Ocupa un lugar fundamental en la historia de la nación, habiendo servido como su capital colonial y republicana temprana durante más de 300 años. Sin embargo, cuando la capital fue reubicada a Tegucigalpa en 1880, la expansión urbana de Comayagua se detuvo, preservando inadvertidamente un amplio y rico patrimonio. A principios de la década de 1990, gran parte del legado arquitectónico de la ciudad estaba en un estado de deterioro. Reconociendo la urgente necesidad de protegerlo, los gobiernos de Honduras y España iniciaron un esfuerzo colaborativo, con el objetivo de poner en marcha un programa de restauración a largo plazo para crear un marco de políticas que asegure la preservación del centro histórico de la ciudad por los años venideros.
La innovación está en el corazón de la arquitectura, expresándose a través de nuevos enfoques de diseño, la experimentación con materiales y, por supuesto, nuevas formas de habitar. Como resultado, la concepción de los edificios y los espacios interiores está en constante cambio. Esta evolución se hace especialmente evidente en regiones con un rico patrimonio cultural, como España, donde la innovación reinterpreta las formas tradicionales de relacionarse con el espacio. Esta atención a la memoria y a la vida cotidiana se extiende al interior, donde cada intervención tiene el potencial de redefinir activamente cómo las personas experimentan un espacio y abrir nuevas posibilidades para habitar e interactuar.
ArchDaily se enorgullece en revelar a los ganadores de la 5ª edición de Next Practices, reconociendo a 20 prácticas arquitectónicas innovadoras de todo el mundo. Estas firmas representan la creatividad, la innovación, el enfoque interdisciplinario y la responsabilidad social que están moldeando el futuro de la arquitectura y expandiendo sus horizontes.
España combina diversidad cultural y una larga tradición constructiva que se refleja directamente en su arquitectura. El país alberga escuelas influyentes, una producción teórica constante, una generación activa de arquitectos y una industria de la construcción consolidada, con sólidas capacidades en innovación, estandarización y exportación. La arquitectura española contemporánea se caracteriza por la pluralidad de enfoques y por la articulación entre la tradición material, la tecnología y el rendimiento.
En este contexto, los materiales desempeñan un papel central en la concepción, la expresión y la funcionalidad de los edificios. El acero, el vidrio, el ladrillo, la piedra y la madera siguen siendo recursos esenciales en la práctica arquitectónica, pero su papel va mucho más allá de la materia prima. Una vez procesados industrialmente, estos materiales se transforman en una amplia gama de productos y sistemas, como paneles técnicos, fachadas ventiladas, componentes estructurales, revestimientos extruidos y sistemas de brise-soleil.
A medida que las ciudades y comunidades se adaptan a nuevas realidades culturales, ambientales y sociales, la arquitectura está asumiendo un papel ampliado en la configuración de espacios de resiliencia, reunión e imaginación. Esta edición de Arquitectura Ahora destaca seis proyectos recientes que abarcan continentes y tipologías, desde la rehabilitación de paisajes post-industriales hasta arquitectura sagrada, pabellones culturales y centros cívicos. Ya sea a través de la innovación en mass timber en Vancouver y Jülich, la reutilización adaptativa en Ostrava, un pabellón infantil en Londres, un centro espiritual en India, o una iglesia paramétrica en Kiev, cada proyecto demuestra cómo el diseño puede unir patrimonio e innovación, al mismo tiempo que fomenta la conexión, el cuidado y la comunidad.
La atmósfera de una vivienda se construye gradualmente a través de la interacción entre arquitectura, mobiliario y materiales. Cada componente aporta color, textura y profundidad, haciendo que la experiencia de habitar sea sensorial y envolvente. Entre ellos, los materiales ocupan un papel decisivo: no solo definen lo visual, sino que también transmiten tacto, luz, temperatura y vínculo con el entorno, transformando nuestra percepción del hogar. Cuando se observan de manera contextualizada, revelan nuevas posibilidades para diseñar y experimentar interiores y exteriores, recordándonos que cada elección influye en confort y funcionalidad.
Trabajando con el lugar en vez de contra él, la exposición "Arquitectura es Cooperación" comisariada por Josep Ferrando hace énfasis sobre el valor de la cooperación en la esencia de la arquitectura. Dando a conocer el trabajo de profesionales, organizaciones y comunidades en proyectos de cooperación impulsados desde España, la instalación se materializa a partir de un diseño expositivo en tierra y madera. De esta manera, entiende la elección de estos materiales no solo desde su estética o simbolismo sino desde su funcionalidad y compromiso con los principios de la economía circular. Hasta el 30 de septiembre de 2025, la muestra se expone en la Casa de la Arquitectura en Madrid resaltando la necesaria atención de la arquitectura sobre las demandas de las sociedades y colectivos más vulnerables alineando el lenguaje constructivo con el contenido de la exposición.
Lina Bo Bardi / Preliminary Study – Practicable Sculptures for the Belvedere at Museu Arte Trianon, 1968. Credit line: Doação Instituto Lina Bo e P.M. Bardi, 2006. Cortesía de MASP.
Aldo van Eyck y Lina Bo Bardi fueron dos figuras subversivas. Sus visiones de colectividad y juego, aunque aplicadas en estructuras muy distintas, tenían como principal punto en común una idea de arquitectura que va más allá del diseño. Un espacio que se hace vivo por la apropiación, por el movimiento y por el intercambio. Desde los parques infantiles holandeses hasta el museo paulista, los ideales de los arquitectos se entrelazan, fortaleciendo la idea de una arquitectura donde cualquier persona se convierte en niño.
¿Y si la mejor forma de jugar no fuera la más segura? Durante décadas, las ciudades han construido parques infantiles limpios, coloridos y fáciles de supervisar. Sin embargo, estos espacios—diseñados más para tranquilizar a los adultos que para despertar la curiosidad de los niños—suelen despojar al juego de lo que lo hace realmente transformador: el riesgo, la imprevisibilidad y la autonomía. Los crecientes estándares de seguridad, la reducción del espacio público y la comercialización del equipamiento han limitado aún más las posibilidades de la exploración independiente. Desde un solar en ruinas en la Copenhague de los años 40 hasta los paisajes de hormigón en el Ámsterdam de la posguerra, arquitectos, urbanistas y activistas se atrevieron a desafiar la idea de que el juego debía ser limpio y controlado. Sus propuestas poco convencionales—hechas de materiales sueltos, formas abstractas y recursos improvisados—ofrecieron a los niños la libertad de construir, demoler, explorar y ensuciarse.
Play Landscape be-MINE / Carve + OMGEVING. Image Courtesy of Carve
Los parques infantiles son instrumentos espaciales a través de los cuales la sociedad proyecta sus expectativas sobre la infancia, poniendo a prueba los límites entre control y autonomía, exposición y protección. Regulan cómo los niños se relacionan con el espacio, con los demás y con sus propios cuerpos, codificando —muchas veces de manera invisible— normas sociales, miedos y aspiraciones. En este sentido, los parques infantiles no son espacios periféricos de ocio; son construcciones políticas moldeadas por ideologías específicas sobre qué es la infancia y cómo debería desarrollarse. Desde 1989, el derecho al juego ha sido reconocido formalmente en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, afirmando que el juego es una parte fundamental del desarrollo humano. Diseñar un parque infantil no consiste solo en trazar líneas en un plano o instalar equipamiento en un parque; es definir las condiciones bajo las cuales el juego es permitido, imaginado o restringido.
El juego trasciende su dimensión recreativa y se convierte en un acto social que anima a los niños a aprender, interactuar, ser creativos y vincularse con su entorno espacial. Como señala Johan Huizinga en Homo Ludens, es un elemento fundamental de la cultura, donde los niños crean vínculos y exploran formas de coexistencia. De este modo, cuando la arquitectura de los espacios de juego excluye ciertos cuerpos o modos de participación, la experiencia colectiva se fragmenta y pierde parte de su significado. Así, diseñar con la inclusión en mente implica reconocer que el valor real del juego reside en su potencial de ser compartido por todos.
https://www.archdaily.mx/mx/1033424/patios-de-recreo-inclusivos-todos-pueden-jugar-a-traves-de-la-arquitecturaEnrique Tovar
Todos los materiales provienen de algún lugar y forman parte de una cadena de extracción, suministro, producción y eliminación que, según su escala, deja huellas más o menos significativas en el medio ambiente. En arquitectura, solemos abordar este recorrido desde la perspectiva de la circularidad de los materiales, considerando cómo pueden reincorporarse a los ciclos de producción en lugar de convertirse en desechos. Pero al ampliar la mirada hacia lugares inesperados, emergen sistemas paralelos donde los subproductos de una industria se transforman en recursos para otra. Este enfoque ha encontrado un terreno fértil en los residuos orgánicos convertidos en biomateriales, siendo uno de los ejemplos más recientes el trabajo de Fahrenheit 180º. En su instalación From the Tagus to the Tile, reutilizan conchas de ostra desechadas por los sistemas alimentarios para reinterpretar los emblemáticos azulejos de Lisboa.
En las comunidades indígenas de América del Sur, el lugar del niño es donde él desea estar. Los bebés gatean por el suelo de tierra, se acercan a las fogatas, investigan hormigueros, experimentan el mundo con todo su cuerpo. Aprenden sintiendo: descubren límites, reconocen peligros y recogen lecciones que ningún manual podría enseñar. En el escenario urbano, por otro lado, los niños suelen estar contenidos en espacios pensados para adultos, llenos de reglas que, aunque bien intencionadas, a menudo los alejan de experiencias vitales. Ante estas diferencias culturales, no nos corresponde juzgar cuál modelo es mejor, sino, más bien, percibir que, cuando culturas diferentes se observan, siempre hay espacio para aprender.
En el ámbito arquitectónico, esta infancia vivida con rara libertad de tiempo y espacio invita a repensar la forma en que moldeamos nuestro cotidiano: ¿por qué limitar la exploración espontánea de los niños en ambientes controlados? ¿por qué crear barreras físicas y simbólicas entre ellos y el mundo natural? Y, sobre todo, ¿cómo la arquitectura contemporánea podría romper este paradigma e, inspirada por el niño indígena, crear espacios que devuelvan a la infancia su dimensión más salvaje, curiosa y plena?
Un buen diseño debe adaptarse a las necesidades de sus usuarios, a la misma vez que el diseño participativo busca reducir la distancia entre los arquitectos y quienes habitarán los proyectos. En este sentido, los proyectos dirigidos a la infancia que integran a los niños y niñas como actores centrales en el proceso de diseño muestran cómo la escucha activa y la co-creación se traducen en espacios a escala infantil y pensados para una etapa de intenso aprendizaje.
Ya sean jardines infantiles, escuelas, centros comunitarios o espacios públicos, los proyectos que cuentan con la participación de niños muestran cómo el proceso de diseño puede convertirse en un intercambio enriquecedor para ambas partes. Por un lado, los niños pueden aprender sobre materiales, escalas, toma de decisiones y desarrollar conciencia espacial. Por otro, los arquitectos responsables de materializar los deseos y necesidades de los jóvenes usuarios pueden ejercitar la sensibilidad y la imaginación, y reconocer una visión del mundo distinta, enfocada en el descubrimiento. Todo esto es posible mediante la escucha y el diálogo abierto entre diferentes grupos etarios.
Ghibli and Disneyworld comparison. Image via J-LIGHTS / Koichiro Itamura and Theme Park Tourist on wikipedia with license CC BY 2.0
Cuando se trata de diseñar para la imaginación de un niño, el ámbito arquitectónico presenta dos filosofías distintas. Disneyland y Studio Ghibli, ambos maestros en el arte de contar historias imaginativas, representan esta división central. Sus enfoques, lejos de ser accidentales, reflejan diferentes visiones sobre cómo los niños experimentan y se relacionan con el espacio. Uno ofrece un espectáculo de fantasía construida, mientras que el otro propone un paisaje para la magia potencial. Estos dos modelos plantean a los arquitectos una elección fundamental a la hora de abordar este tipo de proyectos: diseñar espacios que respondan a la necesidad innata de los niños de descubrimiento sensorial y personal, o crear una fantasía que apele a su creciente capacidad de comprender narrativas y espacios más complejos.
Por Jeanette Fich Jespersen, MA, Directora del Instituto de Juego KOMPAN, Presidenta del comité directivo del Instituto Mundial de Investigación sobre Parques Infantiles, Universidad del Sur de Dinamarca, Vicepresidenta de la Asociación Internacional del Juego, Dinamarca.
"No, no quiero ir a ese parque infantil. ¡Es aburrido!". Esto puede parecer algo que ningún niño diría jamás. Sin embargo, los niños tienen opiniones claras sobre los parques infantiles que les gustan desde muy temprana edad. La razón por la que no solo los padres y cuidadores, sino también los urbanistas y arquitectos deben escuchar y adaptarse, es más importante que nunca.