
Al diseñar un espacio—ya sea a la escala de interiores, arquitectura o infraestructura—la materialidad es una preocupación central. Más allá de la estética, los materiales determinan cómo funciona un proyecto, envejece y perdura. Algunos arquitectos—como Wang Shu y Kengo Kuma—han construido sus prácticas sobre una profunda sensibilidad hacia el potencial y los límites de los materiales. Pero incluso en el sentido más pragmático, surge la pregunta: ¿Qué perdura y qué no? ¿Cómo cambian los materiales con el tiempo? Naturalmente, los materiales dan forma a la atmósfera y la apariencia—cualidades que a menudo importan más a los clientes. Sin embargo, cada vez más, el discurso en torno a la materialidad ha cambiado de la sustancia estructural al tratamiento de la superficie. ¿Cuándo comenzamos a centrarnos más en "decorar" nuestros espacios superponiendo un material sobre otro, en lugar de confiar en la belleza inherente y el rendimiento del tejido del edificio en sí?